CAPITULO
XLVIII
El futuro nace de la muerte del pasado
Mis compañeros permanecían en
silencio observándome sin pronunciar palabra, notaba sus miradas expectantes
quizás en un intento por saber de mis pensamientos o incluso de mi sufrir al terminar
de contar una experiencia que permanecía encerrada en mi cabeza con tan malos
recuerdos, por primera vez en mucho tiempo me siento como un extraño
compartiendo vivencias tan dolorosas con quienes son los únicos amigos con los
que alivio dudas y temores.
Mi cuerpo tarda en reaccionar al
intentar incorporarme de donde durante tanto tiempo he permanecido con las
piernas recogidas, sentado sobre alfombras con dibujos geométricos y múltiples
filigranas, en ellos dejo volar mi imaginación buscando rostros humanos,
animales escondidos o secretos que quizás algún hábil tejedor quiso dejar a la
vista y por ello invisibles para quienes tan solo apreciaran lo superficial de
sus intrincados jeroglíficos. Todavía no estoy repuesto del intento de
lapidación que sufrí, de noche continúan doliéndome las piernas por los
impactos de las piedras y por la falta de ejercicio físico, en un descuido he
tropezado perdiendo fuerza rompiendo una bandeja de porcelana de extraordinaria
belleza, Alí sorprendido por el ruido acude raudo en mi ayuda terminando de
ayudarme a incorporarme, pregunta por mi salud y sujetándome por los hombros me
dice que no debo preocuparme por la bandeja, se puede reparar o sustituir,
recuerdo que un acto tan simple ha causado un torbellino en mi cabeza.
Considero que todas las acciones en
esta vida tienen una causa y un efecto, he tardado en organizar en mi mente
algo tan simple y tan complejo al compararlo con mi propio carácter ante los
demás, ¿cómo he podido estar tan ciego? ¿O quizás el egoísmo no me ha permitido
ver más allá? Veo a mis amigos con otros ojos, son apenas unos adolescentes de
diferente religión pero con la misma ambición por vivir, uno, Serafín imbuido
por la mentalidad jesuita y la creencia cristiana de amor y sacrificio por el
prójimo como buen pastor de Cristo, el otro, un joven sagaz y ambicioso que ha
sabido encontrar el camino del islam para ayudar a su pueblo fiel a su cultura
y creencias.
Mientras estuve prisionero del
pirata Barba Roja nuestros caminos se han separado, Serafín a encontrado una
razón para encauzar su vocación por los mandamientos de nuestra iglesia, su
entusiasmo en la escuela de Jerusalén se ve recompensada por el amor de los
niños que ven en él a un líder siguiendo su ejemplo de amor fraterno, la amistad
se mantiene mientras no se fracturan los intereses comunes, cuando estos se
rompen no es posible que vuelvan a ser como antes, a pesar de poder arreglarlo
nunca volverá a su estado original, una bandeja rota donde se depositaban los
anhelos con vasos de diferente contenido, los dos hemos cambiado y cada uno
tiene que elegir su propia búsqueda, algo en mi interior lucha por la firme
decisión de que nadie elija por mí, no estoy dispuesto a caer en manos de los
poderes que rigen el mundo de la cristiandad, cuando encuentre la muerte seré
yo quien la elija sin coacciones o incluso sin los banales intentos de ayuda de
nadie, creo que en mis desvaríos dudo de tantas cosas que he aprendido ¿Qué es
la verdad? ¿Las experiencias de viejos hombres que manejan la historia?, dudo
de muchas cosas que he leído en tantos libros, existe una forma sutil de
esclavizar las mentes humanas, tan solo se trata de hacerles creer sobre
cualquier idea y la esperanza de salvación conseguirá llevar a muchos acólitos
camino del matadero, el demonio se disfraza de múltiples formas, el engaño
forma parte de un juego por conseguir nuevas almas errantes entre su ejército
de sombras.
Cada día que veo un nuevo amanecer mi cuerpo
se llena de energía para intentar recuperarme lo antes posible, es curioso
cuando pienso que he dedicado mi vida para sanar el corazón afligido de tantas
gentes sin esperanzas, he aprendido de la medicina para aliviar las dolencias
de los cuerpos y a pesar de ello no me he preocupado por mi propia cura. Durante
las horas de sol permanezco al cobijo de miradas indiscretas que puedan
descubrir mi identidad, lentamente mientras pienso en mi futuro le doy forma a
una gruesa rama con la que pretendo hacer un báculo tal como había visto a los
peregrinos en los caminos, en su extremo superior he dispuesto de un escondite
para guardar este objeto singular que me acompaña desde mi niñez, la madera es
lo bastante fuerte para aguantar mi cuerpo mientras camine y me recupere de mi
cojera a la vez me servirá para defenderme de cualquier ataque tanto de hombres
como de bestias que acechan en los caminos, no puedo ni debo permanecer durante
más tiempo escondido al amparo de mis amigos, me falta el aire y siento que mi
alma se seca por la tristeza, temo volverme loco si es que todavía me queda
algún atisbo de esperanza, es muy duro tener tantas voces en la cabeza y no
poder confiar en nadie por mi dolencia, vivo prisionero en mi propio mundo y la
única medicina posible es continuar mi camino, no quiero ni debo poner en
peligro a quienes han intentado reconducir mi vida salvándome de una muerte
segura.
He buscado el momento oportuno para
reunirme con Alí, tapado con el turbante y dejando tan solo visibles los ojos
he recorrido la distancia desde su casa hasta la escuela que no dista a mucha
distancia, me siento extraño entre estas gentes que se dedican a intentar
sobrevivir un día más con sus labores cotidianas, en la calle se oyen rumores
de invasiones cristianas no muy lejos de Jerusalén de luchas y muertes en
cruentos enfrentamientos allende las murallas que protegen a esta tierra santa,
a pesar de ello la vida continúa como si no pasara nada, los mercados son un
hervidero de razas y lenguas donde la prioridad es conseguir buenos negocios en
el intercambio de alimentos, me distrae observar tanto movimiento pero no puedo
ni debo demorar mi encuentro, estoy decidido en abandonar este lugar místico ya
que no me siento identificado por los últimos acontecimientos, rememoro
nuevamente las últimas visiones que tuve intentando comprender como cientos de
seres se encaminaban a la muerte con una resignación impropia del raciocinio
humano, son muchas las preguntas que continuamente me hago y no consigo
respuestas encerrado en las paredes de la casa donde ya llevo tiempo como
huésped.
Encuentro a mi amigo rodeado de
niños que saltan sin parar a su alrededor con chillidos de alegría, como
siempre Alí sabe como alegrarlos repartiendo entre ellos dátiles, frutos secos
y golosinas hechas con dulce miel, muchos de estos niños acuden todos los días
a la escuela ansiosos por comer algunos de los caprichos que sus familias no
pueden aportarles, le obedecen al instante cuando les manda sentarse sobre las
esteras que llenan la habitación y con una sonrisa se acerca presuroso a mi
encuentro. Que las bendiciones de Alláh te colmen de dicha amigo Pedro, me
alegra que hayas decidido acercarte hasta la escuela, pero decidme, por vuestro
semblante intuyo que no son buenas noticias las que traéis. Con ayuda de una
pizarra en una sala anexa intento escribir en árabe mi intención de marcharme
de la ciudad, Alí no parece sorprendido e incluso afirma que temía por mi
decisión, creo Pedro que cualquier argumento va a ser inútil por intentar
cambiar vuestra decisión, entiendo que éste no es tu hogar, ruego nos perdones
a Serafín y a mí por intentar buscar ayuda sin consultar antes. A mi espalda y
en silencio permanece Serafín con los ojos empañados por las lágrimas, al
mirarlo ya sabemos que será la última vez que volvamos a vernos, emprenderé un
viaje posiblemente sin retorno hasta mi destino a un lugar tan lejano donde
encuentre la paz a mi cansado espíritu, fruto de la observación durante
interminables horas he visto las caravanas de comerciantes que se aventuran por
la ruta de la seda, al igual que Marco Polo me propongo viajar junto a ellos
protegido entre la muchedumbre de comerciantes y soldados que hacen estos
viajes a través de los desiertos y naciones que nos separan de las tierras de
oriente.
No tengo palabras para relatar la
escena de la despedida, me sentía vacio de sensaciones, abandonaba el vinculo
que me unía con mi pasado para enfrentarme a nuevas experiencias por lo
desconocido, reuní todos los mapas, dibujos, tratados de hierbas medicinales,
manuscritos con fechas, dataciones astronómicas y por supuesto mis vivencias
más recientes hasta ahora con la firme promesa de mis amigos que la harían
llegar a la isla de Gran Canaria donde permanecería dormida hasta años
venideros, mucho me temía que el fin del mundo estaba próximo motivado por mis
visiones apocalípticas, en el futuro quizás llegaría la paz para la humanidad
pero mucho me temo de las grandes desgracias que tendrán que suceder hasta
entonces.
Mi equipaje sería a partir de ahora de
páginas en blanco que quizás algún día llegarían a ver la luz de quienes por
curiosidad quisieran saber de mis vivencias, sobre mis hombros cargaría tan
solo con mis pecados e ignorancia y en mi mano mantendría firmemente sujeto un
largo bastón con forma de báculo del que colgaba una pequeña campanilla plateada,
según había aprendido en mis viajes cualquier caminante con éste aviso era
portador de alguna enfermedad contagiosa al que había que evitar, con este
detalle de engaño y astucia conseguiría que nadie se me acercara y así poder
evitar verme en cualquier situación incómoda, a pesar de la insistencia de mis
amigos en dotarme de ricas vestiduras he preferido ropas sucias y harapientas
para pasar desapercibido, mi único tesoro es todo lo que he aprendido a través
de los años y que tan solo me pertenece y una joya de color azul, forma ovalada
y con extrañas palabras que espero descubrir antes de que la muerte me alcance.
Recuerdo
el frio de la noche en la que emprendí la marcha, inseguro por mi decisión
cuando ya no quedaban opciones para arrepentirme, no miré hacia atrás cuando
partí e incluso pacté con Alí y Serafín que no habrían más despedidas
dolorosas, me marcharía sin avisar dejando tan solo los mejores recuerdos de
amistad fraternal que había conocido, una carta sería enviada a nuestra
congregación jesuita en Toledo dando fe de mi muerte en tierras lejanas, había
muerto un fraile y había nacido un hombre libre sin rumbo en la vida.