lunes, 1 de octubre de 2012

CAPITULO LXIX, Epílogo.


                                                                  CAPITULO LXIX
                                                                           Epílogo

 

            Lamentamos comunicarle nuestras condolencias por el fallecimiento de Mrs. Aurora junto a su marido en la fecha 11 de Septiembre del año 2001 en trágicas circunstancias, un día que jamás olvidará nuestra querida nación por los atentados perpetrados contra la ciudad de Nueva York y contra el estado soberano de Estados Unidos de América, Dios los tenga en su gloria. Este era el resumen aproximado de la terminación de la carta recibida en mí correo electrónico, me quedé absolutamente helado, me sujetaba la cabeza mientras esperaba equivocarme en la sensación de vacío que sentía, todo se vino abajo, en mi cabeza se produjo un corto circuito al desplazarme hasta la cocina y apagar como un autómata el botón de la placa de inducción retirando la comida que empezaba a llenar de suculentos olores capaces incluso de deleitarme antes de sentarme para disfrutar de su sabor. El día había fallecido fundiendo de esperanzas mis ganas por cualquier actividad que no fuera acostarme en mi habitación a oscuras, soy alérgico a la cama si no se trata de dormir, nunca he tenido costumbre en descansar en la siesta, era absolutamente reacio a perder el tiempo mientras el mundo no dejaba de girar y yo de perseguirlo en busca de conseguir una inversión que llenara mis momentos de asueto.

            Nadie se enteró de mi ausencia del mundo de los vivos, de noticias, problemas, del sol o de las nubes y así permanecí aproximadamente una semana desconectado absolutamente de todo, aborrecí internet odiándolo como si fuera el enemigo, me sentía herido y ausente intentando establecer una cadena de acontecimientos en los que pudiera entender porqué Dios permitía actos tan espantosos, por supuesto aquel acto de terrorismo infame ya era una parte de la historia negra del mundo y sus mierdas de guerras y matanzas por liderar fanatismos con un fondo religioso, valientes hijos de perra, Dios los maldiga a todos por ser tan descerebrados e inculcar su veneno de intolerancia incluso a sus propios hijos. Asco de mundo, me daba cuenta que a medida que las nuevas tecnologías nos invaden cada vez tenemos menos sensibilidad por tanta crueldad en noticias e imágenes, mercado del morbo en el que todavía se practican los golpes de pecho entonando el mea culpa al mirar al cielo mientras con la otra mano acusan, denigran, humillan y critican al vecino sin cargos de conciencia y sin pudor.

            Ahora con los años transcurridos los hechos no tienen remedio, pensaba el horror de un día supuestamente como otro cualquiera en una de las muchas oficinas con las que Aurora supervisaba reuniones de negocios de diferente índole junto a su marido, pienso en el instante de percibir una explosión brutal con un fogonazo con forma de destello blanco, un pitido tan intenso que revienta los tímpanos para a continuación flotar en la inmensidad del vacío eterno, tan solo me puede consolar la fugaz esperanza de que tanto ellos como otros que perecieron no les dio tiempo de ver como la muerte se los llevaba con las negras alas del odio de sus asesinos. Pero fue otra la realidad, sacando fuerzas por saber la verdad de mis amigos con el tiempo supe que la verdad incluso pudo ser peor y no tan sencilla.

            Aurora junto a su marido cogieron el vuelo 11 de la compañía American Airlines en el Aeropuerto Internacional Logan de Boston a las 8.00 h. con destino a la ciudad de Los Ángeles, un Boeing 767 con 92 pasajeros, se disponían a visitar a unos amigos venezolanos residentes en Estados Unidos desde hacía poco menos de un año. Veinte minutos después del despegue la azafata informa a la torre de control la alerta de secuestro del aparato que en esos momentos ya pilota uno de los terroristas haciéndose con el control del aparato, tan solo transcurrieron cuarenta y seis minutos y treinta segundos para que el avión finalmente fuera incrustado en la torre norte del World Trade Center con la conmoción posterior al contemplar la macabra escena en todos los lugares del mundo. En este vuelo cinco terroristas, cuatro de ellos de Arabia Saudita y uno egipcio, todos integrantes de la red yihadista Al-Qaeda. Por respeto en la memoria de tantos inocentes no haré más reseñas sobre un acto que considero el peor que he visto en mi vida y del que pensé nos avocaría al borde de la tercera guerra mundial, afortunadamente a pesar de las represalias posteriores en continuar con la barbarie muchas acciones encubiertas por asesinatos que los gobiernos implicados se encargarían de tapar no verán jamás la luz evitando con ello el asco por tantas y tantas muertes injustificables.

            ¿La gran pregunta? ¿Y después qué? nada, la vida continúa, el tiempo pasa y las heridas dejan de doler por ser ya en estos tiempos algo inherente al ser humano, vamos demasiado deprisa buscando encontrar incluso algo tan simple a la vez de complejo en su entendimiento como la esencia de conocernos a nosotros mismos, que gran paradoja, tantos avances mundiales en cualquier tipo de ciencia ficción y nos hemos dejado atrás la semilla de la creación de Dios, el alma del ser humano, supuestamente el ser humano a viajado a través del espacio hasta aterrizar en la luna sin previamente encontrar la estrella en nuestros corazones. No confundan mis palabras con alguna devoción por la religión, nuevamente repito que no soy seguidor ferviente de ninguna rama creada por el intelecto humano para dirigir oscuros intereses personales como a la larga nos desvela la propia historia. Por un momento me veo divagar en poesía filosófica barata a inútil sabedor que cada uno de los que puedan leer estas palabras tienen culturas, creencias y convicciones totalmente opuestas a las que formulo en mis divagaciones mentales, pero, con todos mis respetos, no opines lo que no te ha tocado vivir, una genial frase moderna y rotunda sobre los obstáculos que he sorteado en mi agitada vida y que quizás otros la puedan haber sufrido de forma diferente.

            Hablo en primera persona confesando una pequeña parte del hilo que vamos dejando tras nosotros y no del cumulo de tramas que componen la madeja en tantas ocasiones que no merecen ver la luz ante ojos profanos. Quienes me han conocido y lean tantas barbaridades me verán identificado en todo lo que cuento, muchos de ellos fueron los artífices de manifestar con su ánimo que plasmara por escrito episodios puntuales hoy encadenados de una cierta coherencia no exenta de los típicos errores por no tener una escuela que me guiara a corregir mis defectos escribiendo, lo que si tengo claro es, a pesar de todo, no renuncio a intentarlo soportando las críticas como algo constructivo en mi intento por aprender, son necesarias las opiniones contrarias  de vez en cuando para bajar el ego, reconozco en la mejor fórmula para narrar algo con sentimiento es sentirse lo bastante humilde para aguantar un chaparrón de quienes entienden de libros.

            He leído con verdadera pasión las palabras escritas por el misterioso fraile de sus andanzas por tantos lugares del mundo, al llegar a los capítulos en los que hace referencia a su estancia en Gran Canaria me he quedado estupefacto, no puede ser, me repito una y otra vez, en cuantas ocasiones habré compartido los mismos pasos por lugares en los que él visitó, se lo comento a mi esposa y por consiguiente a mi hija a las que huyen cada vez que nombro el siglo XVI, mi mujer me recrimina por la obsesión provocada en mi pasión desmedida en sus páginas, me pregunta ¿a quién le puede interesar esas tonterías? No tengo respuestas a eso, en casa ya están acostumbrados a pensar que estoy poseído o sencillamente gilipollas sin remedio. ¿Cuántas veces habéis deseado una vida de emociones o que simplemente suceda algo inquietante para dar sentido a la rutina y el aburrimiento? Yo ya creo haber experimentado una emoción transmitida por un dossier del pasado y sería muy egoísta por mi parte destruirlo u ocultarlo al mundo.

            Vuelvo a pensar en el azar de acontecimientos o quizás como leo en los capítulos finales de la historia del monje en señales, es donde descubro e intuyo de sus pesadillas convirtiéndolas en mías, me inquieta, las noches ya no son iguales desde que terminé de leer sus andanzas, ha sido una experiencia in crescendo al intensificar su propia madurez a medida que hacía nuevos descubrimientos, reconozco haber aprendido muchas cosas que desconocía, en la completa oscuridad de mi habitación le doy vueltas a tantos misterios que encierran palabras aturdiendo mi intelecto hasta agotarme para dejarme dormido y exhausto, tengo sueños de los que me cuesta recordar, no, nada de cosas extrañas tan solo tener la cabeza con ideas y temores por tantas coincidencias, permitidme no confesarlo todo por ser estrictamente personales e incluso difíciles de entender o explicar por escrito, piezas de un puzzle de fragmentos acaecidos hace muchos años y que nuevamente pueden ser tan solo casualidades.

            Retén lo que vivas, nunca olvides lo que veas y escribe lo que sientas con todos sus detalles, siempre habrá alguien que pueda escuchar la historia de tú vida. Medito sobre ésta frase en las memorias del fraile mudo, es curioso, hasta la fecha jamás había leído la vida de alguien carente de voz en la que me imagino su impotencia para dejar su herencia de sacrificio por los demás en tan solo palabras, actualmente vivimos la era de los avances tecnológicos cuando lo realmente importante es el ser humano en su integridad, sin minusvalías para poder competir en una sociedad tan depredadora, mercadillo de marcas, novedades, intereses y egoísmos por tener siempre objetos que puedan saciar lo que interpretamos por felicidad. Ahora entiendo el mensaje con el que me advirtió Aurora en su carta, he leído en varias ocasiones muchas partes de la vida de Pedro de León para intentar desmenuzar mensajes adaptándolos a pesar de los años a mi vida cotidiana rescatando de ellas mensajes subliminales, el primer capítulo lo publiqué el 23 de Febrero (una fecha importante en la historia de España) y desde entonces el latir constante en forma de parpadeo de la pantalla del ordenador consigue rellenar las lagunas mentales con las que razono por entender.

Mil gracias a todos los que por curiosidad visitan los 69 capítulos que componen esta historia, a partir de ahora me quedaré vacío de sensaciones, huérfano de compañía en la emoción sincera por ver estadísticas en un gráfico. Asombrado en que el mundo sea tan inmenso, entiendan que no soy tan estúpido, me refiero a la cantidad de almas sedientas en leer un mensaje sin ánimo de conseguir beneficios, ya los he conseguido créanme, gente con espíritu crítico y no por ello creadores de optimismo por la lucha humilde de nuestros sueños individuales, es hora de cerrar capitulo, contemplo el pendrive y me fijo en unas letras escritas en chino, 中国制造, 

 Retiro el dispositivo del ordenador con una última duda que tomo como reflexión personal, ¿seré victima de mensajes del pasado en paranoias que traicionan las bases de mi propia cultura? ¿O puede que se trate sencillamente de los cuentos de un loco?...   

             

                                                         THE END      
                                             Así queda más guapo, como en las pelis.     

 

 

 

 

             

           

  

domingo, 30 de septiembre de 2012

CAPITULO LXVIII, El burro flautista.


                                                           CAPITULO LXVIII

                                                             El burro flautista

 

 

            Evoco como casi siempre los comentarios de mi padre, él me decía que las personas que hablan poco pueden llegar a ser peligrosas, un comentario simple en su elocución pero con interpretaciones para pensar, siempre me decía, cuidado con aquellos aparentemente tranquilos, suelen apaciguar sus ánimos tragando y enterrando en su interior tristezas y amarguras sin demostrar animadversión por quienes los ofenden, pues ellos hijo cuando les colmas el vaso pueden manifestar una violencia reposada en un caldo tan espeso y concentrado que es conveniente alejarse lo antes posible. Reconozco verme entre este tipo de individuos, soy muy pacifico, metódico y tranquilo, pero el que consigue hincharme los testículos puede recibir como premio el bingo acumulado y en los casos de mantener la imagen de frío y sin sentimientos también se rompe con situaciones en las que no se puede aguantar más consiguiendo apaciguar las llamas que abrasan por dentro llorando el desahogo por el sufrimiento.

            Con el transcurso del tiempo hago partícipe a mi hija en el proyecto que se me cruza por la cabeza, me anima, ella con su atrevimiento, su coraje y su sentido común no exento de una gran paciencia por las paridas con la que la sorprendo con mi imaginación agresiva y contundente,  se asombra por la cara dura que tengo en mis intenciones por publicar en internet, algunos comentarios de mis publicaciones los califica como bizarros, me gusta documentarme con palabras de moda y esta llega a sorprenderme o incluso ofenderme por lo que considero como insulto, pero soy así y lo asumo como una etiqueta en mi forma de ser, con paciencia me explica lo fundamental en el uso del pendrive al rescatar la información que contiene y créanme, comienzo a descubrir un mundo oculto que a la vez me ofrece un universo de posibilidades en el teclado.

            Juntos hemos leído compartido, disfrutado, discutido y repasado el contenido del primer capítulo DESPERTAR, un inicio extraño y novelesco, a medida que avanzo en mi lectura comienzo a darme cuenta de lagunas en su contenido, carencia de datos lugares y fechas, sospecho que quien se encargó de la traducción pasó por un filtro de censura desconociendo el motivo, hay frases y párrafos de difícil lectura por la incoherencia en su entendimiento, lo que sí me ha impactado el vuelco en sentimientos con los que su protagonista me involucra en su forma de percibir un entorno tan desconocido, pero es muy extensa y desgraciadamente me sobra el tiempo para saborearla en todo su contenido. En mis coqueteos con internet se me ocurre una idea complicada, apelaré a la ayuda de mi hija para intentar localizar a Aurora, con muy pocos datos mi hija me da las instrucciones en dirigir mi búsqueda advirtiéndome si creo buena idea intentar localizar a alguien que conocí hace más de treinta años.

            El mundo se comprime en redes sociales, espionaje industrial, grabaciones de datos, noticias en periódicos y direcciones para cualquier asunto que caiga en sus múltiples redes, siempre quedan testimonios o pistas a seguir, son como las huellas  no puede ser tan difícil, tanto Aurora como su marido son poseedores de una fortuna en negocios en Estados Unidos, residían en Nueva York quizás cerca de la sede central de sus oficinas, dispongo de nombres completos y apellidos, tan solo cuento a mi favor con la paciencia y la tenacidad de enlazar recuerdos dormidos y nuevas emociones por saber de su vida actual, la imagino con hijos y seguramente nietos. Cuando me empeño por un proyecto suelo ser muy persistente y con mi esfuerzo le demostraría a mi hija que no soy tan tonto como pueda aparentar, tendrán que aparecer por algún lado y de no conseguirlo recurriré por carta a las amistades comunes que ya teníamos en aquellos años, cuando esto suceda intentaré mantener una conversación con Aurora para exponerle mis intenciones de publicar todo en internet.

            Me he metido en un buen lío, a veces me quedo observando la pantalla del portátil hipnotizado en el parpadeo donde acaba o empieza alguna frase y me quedo en blanco, ¡¡qué difícil es escribir!! Las musas me abandonan y colman mi paciencia cuando veo pasar días, semanas, incluso meses revisando como un autentico maniaco el correo electrónico, he dudado si ejecuto correctamente las acciones para enviar tantos correos a tantos lugares como he podido, casi todos en los que según recuerdo pueda encontrar pistas sobre Aurora y su marido, se lo hago saber a mi hija preocupado por no obtener respuestas, sabedor de mi hándicap por no escribir el inglés prefiero no recurrir a mi hija, ella es paciente pero reconozco que no debo ni quiero absorber su tiempo ocupándola en un asunto tan delicado, procuro razonar y entender de mi impaciencia cuando me ofusco en obtener respuestas sin darme cuenta que el mundo está ocupado tratando de ser útil en cualquiera de sus obligaciones, sería muy egoísta por mi parte pensar que soy el ombligo del mundo al ser tan impaciente, creo en la prudencia por abandonar mi búsqueda consciente de permanecer tantas horas delante de un ordenador esperando un milagro con el que me siento humillado y derrotado.

            Cuanto echo de menos a mi padre, que difícil tarea cuando asumes de pleno tamaña responsabilidad asumiendo que ahora eres el protagonista para dejar como herencia lo mejor de tu carácter, una dualidad enmarcada en la lucha por evolucionar en tus propios valores intentando mantener la entereza por momentos en que la duda atenaza tu mente por saber de tus propias decisiones, cuantos recuerdos de su extenso refranero, de sus largas charlas de sobremesa y cuantas coletillas que hoy hago mías, no existe mayor herencia que su ejemplo, hombre versátil de múltiples aficiones, cultura de la calle y universidad de la vida, una enciclopedia de refranes ya hoy obsoletos pero de la genialidad al encontrar en cada momento la frase correcta con la que todos en casa disfrutábamos de la libertad para reírnos hasta soltar lágrimas, permitidme vagar en mis recuerdos con una interrupción que viene relacionada con lo que escribiré a continuación, rescato una coletilla a tenor de las casualidades que él me recitaba y yo por supuesto me envenenaba.

            Cerca de unos prados que hay en mi lugar, pasaba un borrico por casualidad. Una flauta en ellos hallo que un zagal se dejó olvidada por casualidad. Se acercó a olerla el dicho animal y dio un resoplido por casualidad. En la flauta el aire se hubo de colar y sonó la flauta por casualidad. ¡Oh! Dijo el borrico, ¡qué bien se tocar! ¡Y dirán que es mala la música asnal! Sin regla del arte borriquitos hay que una vez aciertan por casualidad.

            Disculpen la broma con la que mi padre intentaba darme una lección de ser perseverante porqué de lo contrario, si no existe un esfuerzo previo tampoco se recibe la gratificación al tiempo y la tenacidad invertida en el empeño para dejar soluciones a la casualidad, pues bien, muchas obligaciones diarias me habían mantenido apartado de las redes sociales olvidando o postergando esperar contestación a la infructuosa búsqueda de Aurora hasta que un día marcó definitivamente un antes y un después en las muchas sorpresas con las que te sacude la vida. Fueron muchos meses de enviar correos electrónicos a una especie de purgatorio donde descansaba mi ansiedad por saber y cuando menos me lo esperaba apareció.

            Un correo frío y despiadado, recuerdo ver su cabecera con escudos de nombres difíciles de escribir y pronunciar típicamente americanos, letras en negrita que destacaban la importancia de la oficina de donde procedía, creo recordar de una empresa de exportación e importación de equipamiento militar, al principio me sorprendió y pensé que se habían equivocado con el destinatario ¡¡y una mierda!! Venía muy claro a mi nombre en una carta exquisitamente redactada, como corresponde al recibir unas noticias delicada me advertían la prudencia por no revelar la fuente de información  a la solicitud recibida por mí, apelando a la confidencialidad en la respuesta por parte de ellos. Ya de entrada sentía el respeto por quien a mí se dirigía en esos términos, me trataban con una cortesía depurada con las típicas frases que dicen mucho y al final no valen para nada hasta llegar al meollo de la cuestión, es como sazonar un guiso hasta que lo pruebas y te quemas la lengua. Daban a entender y se excusaban por la tardanza en responder hasta no averiguar quién era yo y de que conocía a Mrs. Aurora, leer esas palabras me provocaron un retorcer de estomago preguntándome en qué carajo me había metido, sentía con inquietud las advertencias de mi hija, ¡¡papa ten cuidado a quien te vas a dirigir para que no te metas en ningún embolado!! Mentalmente repasaba las indagaciones con las que había solicitado información con el máximo respeto y utilizando palabras sencillas y directas, quien redactó la carta creo confundía las Islas Caimán paraíso fiscal en cuentas bancarias de dinero procedente en muchos casos de negocios sucios con las Islas Canarias las que y lo digo por experiencia muchos suponen estar flotando con las Islas Baleares. Empezaba a acojonarme (descripción lingüística vulgar en dolores en los testículos).

sábado, 29 de septiembre de 2012

CAPITULO LXVII, Conexiones con el pasado.


                                                                      CAPITULO LXVII
                                                                Conexiones con el pasado

 
 

            ¡¡Vale, bueno!! Es posible que exagere un poco pero el noble arte de la caligrafía hablaba de quien lo había hecho, hablaba de su personalidad tan solo por los rasgos característicos en la escritura, se transmitía una parte de cada uno por preservar la propia identidad y la personalidad de su autor. Tranquilos, ya le he dado la vuelta al sobre y me quedo asombrado con lo que contemplo, vuelvo a rebobinar en mi cabeza lo que ya no esperaba, el remitente, con una caligrafía excelente y depurada ha preferido hacerme llegar un sobre dedicando su tiempo y manteniendo un estilo de secretismo obsoleto para hacerme sabedor de su existencia, un sobre enviado por Aurora con treinta años de atraso en mi actual vida.

            He tenido que sentarme en la soledad de una casa que respira silencio con una calma de presagios guardados ante el mundo e invisible a la lucha interna por contener las emociones del hallazgo, palpo el sobre como el niño que intenta averiguar la sorpresa de su interior, soy consciente que al abrirlo se difuminará la ilusión, ya no existirá la magia infantil por saber de su contenido, descubro un bultito de algo duro en su interior mientras abro con cuidado el precinto con el que está cerrado, por la imprimación de los sellos de correos se me hace imposible averiguar en qué fecha enviaron el sobre y el remite corresponde a una dirección en Nueva York, posiblemente de una oficina tratándose de una zona financiera donde recuerdo me comentó Aurora tenían una de las muchas sucursales de la empresa multinacional que dirigía su marido, el gordinflón posiblemente amanerado que conocí hace ya muchos años.

            No puedo calificar de decepción al ver un folio escrito del puño y letra de Aurora, como es lógico la cabecera de la carta habla de los deseos por el bienestar por mis padres y familia en general que leo de un tirón sabiendo que la educación obliga a iniciar cualquier carta redactada con intenciones copiadas como un cliché impuesto de toda la vida, cuando escribió esa carta ella desconocía lógicamente que mis padres ya no viven y que incluso yo tengo mi propia familia por la que me desvelo en mantener lo más unida posible en unas situaciones cambiantes según aparecen nuevos problemas o sencillamente retos por los que luchar en una sociedad tan competitiva.

            Por su tipo de letra deduzco el nerviosismo al transmitir el mensaje, escrito con palabras muy marcadas en el papel en lo que demuestra la presión al sujetar el bolígrafo, a pesar de la pulcritud y el orden en renglones veo palabras que se diluyen perdiendo la natural conexión entre el cerebro que ordena y la mano que ejecuta la acción de escribir, me pone en antecedentes para recordarme la famosa Biblia que descubrimos y la extrañeza de no volver a saber nada de mí, me explica que por mediación de mi amigo Aurelio pudo conseguir la dirección de mis padres para contactar conmigo, hablaba de viajes que tuvo que realizar para encontrar a alguien de confianza para traducir lo que habían escrito en el sagrado libro. Tardó un tiempo en encontrar alguien de confianza y posteriormente obligarle a guardar secreto ante abogados e incluso un notario, absolutamente nadie podría revelar la historia escrita después de su traducción al alemán, un claro error ya que posteriormente sería traducida nuevamente al español viendo el origen de su protagonista, se trataba de la vida de un joven nacido en España en el año 1500 sus andanzas por medio mundo con descripciones detalladas de cómo se vivía en el siglo XVI, he leído hasta esta revelación y ya empiezo a sudar, me imagino al moderno de mi hijo si le cuento de que va este rollo y seguramente me dirá ¿qué me estas contando? ¿qué farra es esa? Viejito ¿alucinas? O ¿te has fumado un porro caducado?

            Rápidamente mi cabeza empieza a cavilar qué sentido tiene toda esta trama, ¿Qué tiene que ver la segunda guerra mundial con el siglo XVI? Vuelvo a releer la carta y no hay error, cada vez me veo más atontado y decido continuar leyendo, Aurora me repite continuamente que no me voy a creer algo tan inaudito, ¿porqué un prisionero judío iba a escribir un relato tan distante en el tiempo? Me siento agotado, reconozco comerme la cabeza con acertijos raros pero esto es un jeroglífico que me queda muy grande, paciencia me repito, termina de leer, Aurora me revela que se trata de un manuscrito posiblemente copiado del original, su protagonista, un jesuita atormentado por inquietantes revelaciones en la búsqueda de su propia identidad con un fenómeno acaecido siendo un niño, cada vez entiendo menos, Aurora me dice que ha procurado apelar a la garantía de que este sobre me llegara como un legado en muestra de agradecimiento, tendrás que leer el contenido completo para que emitas una opinión sobre algo que a mí me ha trastocado.

            Sacudo el sobre y cae en mi mano un pendrive, conozco estos cacharros por mis hijos, almacenan películas, videos, fotos, documentos y todas las mierdas con las que con sus amistades establecen sus mercadillos en informaciones encriptadas, coño, me estoy haciendo viejo para ver este tipo de avances tecnológicos y encima esta buena señora ¿se piensa que controlo esta vaina? En fin, continúo leyendo. Encontrarás todo el dossier comprimido en un pendrive que también acompaña esta carta, menos mal que me lo advierte, por su forma seguramente lo hubiera utilizado como un supositorio acabando por iluminar mi alma vía rectal, la lectura te resultará amena, pesada, intima, agresiva, terrorífica y un sinfín de sensaciones a medida que termines de leerla, ten paciencia para que puedas entender la totalidad de su contenido y te aseguro amigo mío que llegarás a asombrarte como lo he hecho yo, dispón de ella para lo que quieras, tienes mi aprobación para que hagas lo que creas más oportuno pero te advierto que si decides que vea la luz te aseguro nadie va a creer sus revelaciones.

            Arriesgas que caigan sobre ti fanáticos religiosos, teólogos, eruditos, historiadores y una larga cola de detractores por lo que vas a leer, puede resultar incluso peligroso, si opinas lo mismo destruye la memoria y olvídalo, me inquieta la conexión casual que puede implicarte en este manuscrito y temo por ti ¿implicarme? ¿Temer por mí? Cuanto más releo me da la impresión que Aurora sufre de algún trastorno de manicomio, suspiro para aclarar las fatigas que me agotan a medida que pienso lo grave de sus palabras, pero ya me tiene demasiado intrigado, nunca podré presumir de ser un valiente, fui un inconsciente en mis años de juventud enfrentándome a peligros por ignorante pero   ¿quién le puede temer a un manuscrito? ¿Alguna maldición oculta? Me da la impresión que tan solo se trata de cuentos de viejas para meter miedo.

            Serás el portador de un mensaje del pasado, busca entre sentimientos dudas y temores y quizás encuentres algo que conecta contigo, te conozco muy poco pero las cosas de la vida no suceden por casualidad, creo y perdóname por mi atrevimiento que existe un mensaje subliminal que enlaza con tu personalidad, una esencia que desprendes y siento decirlo ni tú mismo sabes de qué se trata, cuando leí toda la historia algo se reveló dentro de mi evocándote, no amigo mío, mis padres también lo percibieron y por ello eres merecedor por tu nobleza en tomar una decisión tan importante, no quiero ni pretendo asustarte imagino habrás cultivado tu esencia vital, tienes un magnetismo interior cargado de sensibilidad cubierta por la incredulidad ante tus posibilidades en emprender grandes retos futuros, ¿recuerdas el día que te ofrecí trabajar en alguna empresa de mi marido? No se trataba de un gesto cortés, presentí encontrarme con un hombre singular, un jovencito lleno de sueños emprendedores, muy seguro de si mismo y un carisma poco corriente.

            Incluso sometido a la presión que me causa la carta de Aurora decido continuar con su lectura arriesgando mi estado de salud, en ocasiones los dolores de cabeza son tan intensos que me provocan nauseas y trastornan cualquier actividad que exija incluso el menor movimiento físico por ello soy tan reacio a la ingesta de alcohol. La carta se compone de bloques de información con altos y bajos, la parte difícil ya me la he tragado ahora después de sus dudas y temores Aurora confiesa una despedida no menos inquietante, soy el portador de la única  traducción del mensaje escrito en La Biblia, ella ve en esta decisión acabada su responsabilidad por su descubrimiento donando como legado su revelación o destrucción por mí parte, me dice que viajará hasta Israel con destino el museo Yad Vashem conoce a un importante directivo en esta institución, por motivos obvios no revelaré su nombre, este museo esta erigido en la memoria de 6 millones de judíos exterminados víctimas inocentes del Holocausto nazi.

            Ha necesitado meses para solicitar una cita con este hombre para los preparativos de una ceremonia privada en donar todos los recuerdos que dejó su fallecido padre, una muestra en cerrar un capítulo en forma de ofrenda dolorosa para dar la paz a tantos fantasmas que vagan errantes en el purgatorio de la conciencia humana, La Biblia no volverá a ver la luz ni será profanada jamás por la mano del hombre, una vitrina blindada será su sepulcro en la eternidad del olvido, un objeto sagrado que contiene la energía de quienes derramaron lagrimas de sangre al sacrificar sus vidas mientras Dios no estaba atento en escuchar los gritos desgarradores con los que imploraron sus hijos a pesar de no estar educados en la religión cristiana.

            Una muy generosa donación económica por parte de Aurora a conseguido abrir puertas a su intención de aliviar el dolor y la pena que la atormentan desde que juntos nos encontramos un hallazgo que temo no a sucumbido a través de quinientos años, a dedicado por lo que relata en su carta muchos años de su vida en llegar hasta el final como un intento de preservar la integridad moral de su difunto padre. La carta la he leído varias veces intentando ver entre líneas el rostro de mi amiga Aurora, me siento conmovido a pesar de los años transcurridos, miro el vacío que se llena de imágenes con todos los seres con los que he compartido momentos gratos de mi vida y hoy no se encuentran a mi lado y sin poder contenerme lloro en silencio sintiéndome afortunado por estar solo, pocas veces he llorado por la vergüenza en sentirme débil ante los ojos de quien pueda verme, un torrente de emociones contenidas que alivian el dolor de cabeza y mi tristeza.

 

 

viernes, 28 de septiembre de 2012

CAPITULO LXVI, La mano negra.


 

 

 
  

                                                           CAPITULO LXVI
                                                              La mano negra

 
 

            Esa madrugada nos portamos como niños, comenzamos a beber brindando por los ausentes, por la amistad, por los recuerdos, por los hombres buenos y por cualquier chorrada que se no ocurriera, Aurora rió con el sonido de un cascabel, lloró con lágrimas que inundaron su rostro, ahogamos en el alcohol el dolor y la soledad por nuestros seres queridos, al día siguiente la cabeza me iba a reventar y tendría que apurarme en pasar por el hotel y embarcar rumbo a Gran Canaria, ¡¡coño!! Cuanto la echo de menos.

            Gracias a las gestiones de Aurora llegué con tiempo suficiente al aeropuerto, me sorprendió cuando entregué la tarjeta de embarque y me indicaron por donde dirigirme a la clase business no señorita creo que hay un error, jovencito su tarjeta es de clase preferente pero si no le gusta puedo cambiarle, no, no, disculpe, está bien, sonreía cuando recordé la tardanza de Aurora cuando me dijo que ella se encargaría de todas las gestiones de mi vuelo, se había empeñado en hacerme un regalo de agradecimiento por todo lo que le había aportado tanto a ella como a sus padres y como siempre apelé a mi sentido de evitar cualquier compromiso para dejar pendiente alguna deuda de cualquier tipo, no me gustan los lazos que me puedan unir a encuentros de rememorar vivencias ni asfixiar de nuevas noticias sentimientos que ahora mismo ya son recuerdos del pasado, la evolución de las personas está sujeta a continuos cambios impuesta por los devenires de cada uno en su propia vida, en muchas ocasiones he retomado antiguas amistades comprobando con desilusión que ya no se trata de la misma emoción que conocí hace años, prefiero saber de la buena salud de todos sin ilusionarme o involucrarme, arrastrar la carga de viejos recuerdos se puede convertir en un lastre que me impide avanzar por nuevos caminos, prefiero dejar buenos recuerdos a heridas sin acabar de suturar, la vida a mi entender hay que disfrutarla cuando la edad marca un tiempo para ello, soy de la opinión de llegar a madurar cuando la naturaleza me muestre en su menú todos los platos a degustar.

            Ya en Las Palmas de Gran Canaria tenía compromisos importantes, se me acababan los permisos para trabajar en el extranjero para cumplir sin excusas de prórrogas con el servicio militar, la suerte y el destino volvían a sonreír, excedente de cupo en el sorteo de quintos, en mis manos feliz la cartilla militar que me daba la libertad para hacer lo que me diera la gana, fueron tres meses de vivir intensamente, recordaba ir hace años en vacaciones a la playa y comentarle a un amigo que la chica que estaba con su familia y amigas tomando el sol en la arena sería mi futura esposa, mi amigo me miró y riéndose me dijo, coño, tú y tus gilipolleces de siempre, no cambias con la edad. Ella tenía quince años, yo dieciocho, hoy, cuando escribo estas palabras pienso en ella tan enamorado como entonces, cuando le confieso a mi hija tales confesiones en mi edad actual tuerce el gesto con comentarios como, papa te estás convirtiendo en un viejo senil, bueno, lo asumo, treinta y cuatro años que conozco a mi esposa y veinticinco de feliz matrimonio, estado actual de cuentas dos hijos maravillosos y muy feliz (yo, por lo menos).

            A veces preparas planes y las cosas se tuercen para retomar nuevos rumbos en tu vida, mi trabajo en Venezuela había llegado a su fin, cuatro años de viajar lejos de mis padres y familia, las circunstancias habían cambiado, el país que me dio la bienvenida con los brazos abiertos estaba cambiando hasta límites peligrosos, los extranjeros residentes temían por sus vidas, el índice de revueltas, asaltos, secuestros, asesinatos e inseguridad ciudadana no hacia factible ir en busca de El Dorado jugándote el culo por ello, estas circunstancias y los desacuerdos dentro de la empresa de mi tío le obligaron a tomar la decisión de cerrar contrato para verme desvinculado de mis obligaciones. A todo esto tenía que sumar de mis propias acciones en mis horas libres y actuaciones que pudieran conllevarme a compromisos delicados con gente peligrosa de cojones, antes de abandonar en mi último viaje tierras venezolanas mi curiosidad por buscar nuevas experiencias contacté con un grupo de jóvenes de una facción radical de lucha armada que se hacían llamar la mano negra, pero permitidme obviar detalles que se escapen de la verdadera esencia de esta narración y pasemos a otra cosa.

            Intenté invertir en mi propio negocio y con ello conseguí enfermar de rabia e impotencia, estafado por un particular y por abogados de mierda que no consiguieron recuperar mi dinero y mi frustración, en Venezuela o en Colombia te asaltaban a punta de pistola cara a cara, aquí, lamentablemente te asaltan con un bolígrafo y un contrato para sacarte todo lo que puedan, primera lección para aprender y no olvidar. Dos años de dar tumbos y veintisiete condenado a trabajos forzados, conseguí incorporarme a trabajar en una de las mayores empresas de venta de España, evolucioné y aprendí, errores y victorias de incesante lucha sintiéndome útil y valorado por mi trabajo, se me daba muy bien el palabrerío fácil para convencer de lo que vendía era de lo mejor y así continuaba avanzando en el tiempo y cargando experiencias que no siempre y sobre todo los dos últimos años ya aventuraba llegarían a ejecutarme con mi salida de la empresa por la que tanto había sacrificado, y a pesar de todo, no me arrepiento absolutamente de nada de lo que he hecho, no añoro tener unos años menos, no, rotundamente, casi siempre he decidido mi propio camino y de no ser posible otros se han encargado de darme pasaporte, lo importante siempre será tener la conciencia tranquila por todo lo que dejas atrás, mejor dejar buenos recuerdos o intentarlo evitar manchar como un caracol las babas de tu rastro.

            Murió mi padre, un duro golpe difícil de encajar pero admisible en la rueda del tiempo, años más tarde mi madre también le acompañó en el cielo de la gente buena, años de lucha por hacer de su enfermedad un poquito mejor e intentando con todos los medios estuviera lo mejor atendida posible, las visitas a mi madre en la casa de mi niñez las hacía cuando el dolor por verla me atormentaban sin entender porqué el destino de algunas personas está marcado por el castigo de la enfermedad y el sufrimiento, años más tarde decidimos que lo mejor sería una residencia particular donde estaría controlada día y noche por personas cualificadas en paliar la desgracia de la vejez, ya no sabía quién era yo ni reconocía a sus familiares las cosas se habían complicado con una plaga moderna devastadora, el alzhéimer. A partir del fallecimiento de mis progenitores dejé de visitar la casa con que había compartido tantos recuerdos ahora vacía en la que los objetos cotidianos me traían recuerdos de tiempos felices, humildes pero cargados en emociones que cada uno vive de forma en mayor o menor intensidad.

            Pocos meses para asumir que me encontraba sin empleo con una edad inadecuada a las necesidades de muchos empresarios que demandaban esclavos víctimas de la crisis que nos azota como una maldición cada vez que vemos noticias en cualquier medio de información, España se va a la mierda, muchos pensamos en tiempos pasados y las posibles consecuencias por un futuro oscuro. Mi mujer me ha comprado un portátil para entretenerme, uno de los regalos que no esperaba ya que no se me van los ojos por las nuevas tecnologías pero si le veo la utilidad para conectar de forma rápida y sencilla con mi hija establecida en Madrid en sus estudios de la carrera de derecho, incluso pienso por mis últimos años de experiencia laboral que todavía puedo continuar aprendiendo para agilizar mi hábito por escribir y por la lectura, con el temor por enfermedades que consigan reblandecer mis neuronas necesito tener la cabeza ocupada con actividades que marquen una pauta de conducta y disciplina mental para mantenerme despierto a la vez conecto con amistades de mi hija, aprendo de ellos y sobre todo he vuelto a reír, un sano ejercicio que practico para dolor de mi esposa y amistades con las que comparto mi tiempo libre.

            ¿No tienes un hijo? Se estarán preguntando, efectivamente, con la misma edad con la que yo decidí marcharme en busca de mejorar y progresar, cada vez que hablo o comparto alguna actividad a su lado me recuerda cuando yo era joven, tan solo un muchacho al que admiro por ser tan inteligente, sagaz, atrevido, imaginativo, creativo y por supuesto un pequeño cabrón como lo era yo a su edad, de lengua afilada y de humor satírico, un ejemplo y un orgullo de padre. Pero volvemos a desviarnos del tema, hace pocos años volví a la casa de mis padres para enfrentarme a mis fantasmas, con nostalgia me reencontraba con tantos libros de los que había disfrutado en sus páginas, fotos de niño, juguetes olvidados, dibujos cuando estaba en Bellas Artes, absorto contemplaba los cuadros realizados por mi padre, un Guernica hecho con trozos de cuero pintado en relieve reflejo del horror de la guerra y tantos y tantos cachivaches pero algo fuera de contexto me llamó la atención, mi habitación mantenía el orden desde hacía ya más de treinta años y no recordaba haber dejado un sobre de color sepia medio escondido entre los libros de la estantería.

            Un sobre al que le di vueltas y revueltas, las pocas sorpresas que he descubierto me gusta disfrutarlas como un buen vino, sentir en mis manos quizás algo más que el material con el que está hecho, un sobre con nombre y apellidos y la dirección de mis padres, abobado compruebo que está dirigido a mí y ello me causa una cierta desazón por sentirme protagonista de alguien que quiere informarme de algo, todas estas cavilaciones pasando como un rayo por mi cabeza para intentar descubrir como si fuera tonto al autor del envío. A muchos jóvenes en la actualidad del siglo XXI les puede sorprender que en el año 1977 la gente se comunicaba quedando para hablar dando la cara en muchos lugares para ello, cuando la distancia era muy grande escribían cartas con el esfuerzo de empuñar con valentía un objeto que le llamaban bolígrafo para transmitir sus ideas transformadas en palabras para dar a entender la coherencia de sus mensajes, si no fuera posible tamaña hazaña nos rascábamos los bolsillos buscando las ya fallecidas pesetas en diferentes monedas para acercarnos a una cabina de teléfono y llamar a quien tuviera la suerte y la posición social para tener uno en casa.

jueves, 27 de septiembre de 2012

CAPITULO LXV, Revelaciones.



 

                                                                       CAPITULO LXV
                                                                          Revelaciones

 

 

            Aurora comenzó por intentar sonreír, se frotaba las manos encandilándome con el suave tintineo de sus pulseras al rozar en la mesa de madera pulida, me pidió disculpas por un recibimiento tan frío a la vez me daba las gracias por haber conseguido que su padre recibiera el cariño y la atención es sus últimos días de vida, no respondí a sus halagos mostrando indiferencia, mantenía firme la mirada a la espera que más quería de mí, ahora yo manejaba la situación y ella se veía indefensa por saber por dónde continuar.

            Aflojé la correa para darle un poquito de cuerda entrando a por todas, impulsé un poco el cuerpo hacia delante para darle a entender que no quería perder el tiempo, un gesto cargado con la intención de levantarme y no seguir escuchando memeces de una hija pija y malcriada, Verá, continuó dando conversación, atento a sus palabras entendí la distancia que había creado al darme el trato de usted, un gesto muy fino por parte de quien se creía estar en una posición social por encima de los plebeyos como yo, Aurora posiblemente casi doblaba mi edad y si no iba a recriminarme algo no me gustaba verme en un despacho a pesar de ser una hembra de gran calibre.

            No sé de que hablaron usted y mi padre, mi madre dice que pasaron muchas horas conversando aquellos días previos a la celebración de la fiesta, así es, le contesté, ella se quedó en silencio a la espera de que quizás yo le contara algo que le pudiera interesar, en vista del silencio que se me hizo insostenible decidí atacar sin nada que perder ¿Quién cojones se creía esta señora? Verá señora, a pesar de saber su nombre obviarlo me pareció una muestra de desprecio, lo que su padre, que en paz descanse me contó, con todo mi respeto creo que no es de su incumbencia, su padre, era una persona respetable y de honor y no seré yo quien traicione su memoria contando hechos de su vida si usted no los sabe, las conversaciones fueron un acuerdo tácito por mi parte en no revelarlos a nadie, su padre se encontraba en una fase de su enfermedad que probablemente debido a la soledad me ofreció amistad sin ser consciente de ello, no creo que tengamos nada más que hablar señora y ahora si me disculpa me tengo que marchar, mañana cojo un vuelo a mi tierra y me encuentro un poco cansado.

            He venido hasta aquí por el cariño que le tengo a su madre, pero…dejé un intervalo de segundos para contestar con un tono de ironía, no he venido para que me dé la charla, no necesito nada así que si me disculpa, hice el gesto de levantarme y me fijé que Aurora se mordía el labio en señal de derrota, le ruego espere hasta que termine de contarle, por favor, no puedo ser tan cabrón cuando una mujer me pide algo así que intrigado volví a sentarme, sé que no he actuado correctamente pero le ruego me escuche y después si así lo quiere es libre de marcharse, había cambiado el tono de voz con un punto de humildad ¿se acuerda el día que limpiaron el trastero del sótano? Claro que si, contesté, fue el día que conocí a sus padres, pues bien, contestó Aurora, encontré algo que me ha dejado intrigada y me gustaría que lo viera y me diera su opinión.

             Aliviados abandonamos el despacho cada uno pensando en la lucha dialéctica que habíamos mantenido hace un momento, uno al lado del otro y ella me comenta, tiene usted el típico carácter latino, no se arruga para decir las cosa a la cara ¿se dice así no? Sonrío y me rio, nos reímos juntos, verá Aurora reconozco que tengo carácter fuerte pero no soporto que intenten humillarme, nuevas disculpas y nuevas risas, ¿no te interesaría trabajar en la empresa de mi marido?, No, lo siento, soy feliz como estoy y tengo mis padres lejos, ellos también me necesitan y lo menos que puedo hacer es aportar un poco de cariño para compensar lo que me han dado en la vida, un señor con dos cajones, ¿es así como dicen en España no? Con dos cojones Aurora, nuevas risas, empezaba a caerme bien la Sra. estirada, ¿Por qué será que a los extranjeros les encanta aprender tantas palabrotas? Imaginaba que esta señora hablaba varios idiomas, detalle que hizo la admirara incluso por tener un peculiar sentido del humor igual que su difunto padre.

            Llegamos al sótano donde se encontraban un sinfín de trastos amontonados, muebles viejos, cajas con juguetes antiguos, bicicletas oxidadas, incluso un piano tapado con una lona para evitar que se llenase de polvo, pero Aurora esperaba impaciente al lado de una maleta de madera, apliques metálicos sin brillo y con unas cintas de cuero gastado que a modo de cinchas evitaba que se abriera por accidente, juntos la abrimos y ella se quedó a la espera de ver mi cara de asombro, se la veía radiante y contenta por verme la cara, junto a varias carpetas amarillentas y manchadas se veía claramente el dibujo del águila sobre dos alas y en el centro la esvástica nazi decolorada por los años, con los ojos desorbitados le pregunté ¿la maleta de tu padre cuando escapó de Alemania? Efectivamente, contestó, continué mirando al apartar los documentos y casi me caigo de culo, una pistola Luger sobre un uniforme doblado cuidadosamente con las calaveras plateadas en el cuello y la cruz de hierro ¡¡mierda!! Exclamé asombrado, no era lo mismo ver películas en el cine a contemplar una reliquia del pasado.

            Aurora sacó de la maleta lo que parecía un libro pequeño metido en una funda de cartón rígido del mismo color morado y cuando me lo entregó comprobé que se trataba de La Sagrada Biblia con gastadas letras doradas en su tapa y en el lomo, una versión posiblemente que fabricaron para el ejercito en aquellos años, sin pensarlo abrí al azar por la mitad del libro, sus hojas apretadas en bloque también lucían el típico color dorado en sus terminaciones, un libro sagrado con el que seguramente Mr. Otto encontraba consuelo con un mundo que se había vuelto loco dejados de la mano de Dios, al principio me pareció bastante antigua por sus finas hojas, muy similares a la piel de una cebolla, al abrirla por instinto pasé una mano sobre la página con el fin de retirar las pequeñas manchas que llenaban por entero las hojas sin espacios libres en sus bordes, me di cuenta que había algo que se me escapaba o no entendía, Aurora disfrutaba con la cara de extrañeza que ponía al contemplar cualquiera de las hojas de La Biblia, la miré con un gesto para que me diera alguna pista, parecían cagadas de cucarachas cubriéndolo todo.

            A mí me sucedió lo mismo, al mirar con detalle apreciaba que seguía un orden por lo que se trataba de escritura, alguien se había dedicado a escribir un largo texto con un tipo de lenguaje que no conocía, además estaba escrito con letras apenas visibles por lo minuciosamente pequeñas, Aurora ya sabía que me entusiasmaría tal hallazgo por lo que me entregó una lupa enorme para poder apreciar con detalle tan minucioso trabajo, al pensar en ello me estremecía al recordar la narración del Sr. Otto, ¡¡claro!! Estaba escrito en yiddish, estaba escrito por manos judías, posiblemente con la misma técnica empleada en la falsificación de los billetes de libras esterlinas, alguien se había molestado en escribir en los espacios libres de los márgenes de las hojas de una Biblia cristiana, juntos, sentados en el suelo parecíamos chiquillos entusiasmados con juguetes nuevos, los dos hablábamos sin parar haciendo todo tipo de conjeturas sobre el mensaje que podían contener aquellos textos ¿Por qué escribieron en una Biblia? Se nos ocurría una conjetura simple, quien lo hizo sabía del fin de su vida y quiso dejar un testimonio escrito para quien lo encontrara en un futuro, le pregunté a Aurora si conocía toda la vida de sus padres, solo retazos sueltos sin detalles, por eso necesitaba hablar contigo, mi madre siempre me dijo que olvidara el pasado.

            Mi vuelo saldría al día siguiente por la tarde, Aurora ya no era la bruja del cuento, me había involucrado en un hallazgo increíble, tocaba la superficie de las hojas con el corazón afligido por quien había tenido en sus manos un legado desconocido, sentía la congoja por el prisionero que tuvo la desgracia de ser judío conocedor de una muerte segura de manos de asesinos que buscaban el total exterminio de una raza y encontró la forma de traspasar la seguridad de un campo de exterminio para escribir con el arte de unas letras de caligrafía casi perfecta. Esa noche reunidos en la cocina hablamos como si nos conociéramos de toda la vida, me sentía pletórico en conectar con alguien que poseía la bondad de sus padres y una inteligencia cultivada por años de estudio y experiencias en muchos países del mundo, por supuesto también tenía una buena dosis de mala leche pero reconozco que incluso yo no sabría cómo reaccionar ante los últimos acontecimientos, quizás el texto no tuviera nada de especial, podía tratarse incluso de una larga lista de la compra producto de los desvaríos por el hambre en prisión, Aurora me mira muy seria con gesto de disgusto, perdón no quería hacer una broma de algo tan trágico admití, una gran carcajada por parte de ella y señalándome con el dedo me decía, eres un poco hijo puta ¿no? Ahora era yo el sorprendido, me reí por el desparpajo para contraatacar de esta mujer tan especial.

            Fue una de las pocas ocasiones en las que no tenía ganas de dormir, pusimos un gran mantel de hilo sobre la mesa de la cocina, Aurora trajo lámparas con las que centró la iluminación sobre la Biblia de su padre ¿crees que mi padre sabía de su existencia? Me preguntó, en silencio medité un instante para responderle que posiblemente si lo sabía, aventuro que se trata de algún tipo de acuerdo con algún prisionero con el que entabló amistad a escondidas de sus superiores, realmente tu padre era una persona que actuaba según su conciencia y bajo los dictámenes de su corazón ¿Quién sabe Aurora? Ya eso no importa, a veces perdía el hilo de la conversación entre las lagunas de su mente por la enfermedad que padecía, lo importante es descubrir qué significado tiene todo este misterio, Aurora mientras tanto sacó de un cajón unos guantes blancos con los que el personal de servicio realizaban su trabajo en la casa, con increíble mimo depositó bajo la luz La Biblia para observarla con el éxtasis de un descubrimiento solo para nuestros ojos asombrados.  

miércoles, 26 de septiembre de 2012

CAPITULO LXIV, Macho man.


                                                                  CAPITULO LXIV
                                                                       Macho man           

 

           

            Es muy difícil asumir con dieciocho años la muerte de alguien con quien has compartido tantas emociones, mi cabeza no asumía un hecho tan triste cuando la vida ofrece tantas esperanzas, no quería entender por una ley inquebrantable divina y la pena por su esposa y sus hijos la sentía como un peso en mi alma que nublaba mi cabeza a la vez de la inquietud de las palabras de Helga, de parte de mi hija Aurora es necesario que vengas a visitarnos, ¿Acaso cometí algún error tan grave? ¿Enjuiciaría mi amistad con su fallecido padre? ¿Me metería en problemas por escuchar una faceta tan delicada de su pasado? Todo eran preguntas que me volvían loco por saber de sus respuestas, no me gustaban las sorpresas ni para bien ni para mal, me gustaba llevar un control sobre cualquier acto del que fuera responsable al igual de cualquier confesión sobre mis actividades que pudieran verme comprometido con alguien, escuchaba confesiones de amigos y conocidos intentando olvidar lo antes posible con la finalidad de evitar dejar en evidencia a quienes habían confiado en mi discreción, todos nos guardamos de saber con quienes hablábamos pero es ley de vida cuando eres joven que la venganza te puede sorprender incluso por parte de quienes se han llamado amigos.

            Aurelio era mi mejor amigo, cuando le avisé por la muerte del padre de su amigo nos pusimos de acuerdo para enviarle una gran corona a su familia, un gesto demasiado sencillo por mi parte para despedirme de un hombre tan singular, un alivio por no asistir a un entierro del que no me sentía ni con fuerzas ni con ánimo para aguantar una situación con tanta gente desconocida viéndome solo, por supuesto conocía a Helga y a su hijo pero ¿qué consuelo podía darles yo? Todos los actos delicados exigen unas normas de protocolo para no cometer tonterías en momentos sumamente difíciles, no hay palabras en los diccionarios que sean capaces de suplantar o aliviar la pérdida de un ser querido, el automatismo de muchos tan sólo por quedar bien no está en mi forma de actuar, visitaría a Helga cuando la calma volviera a ella, necesitaba tiempo para cicatrizar una herida sin testigos y con la entereza de enfrentarme a varias sorpresas que marcarían nuevamente sentimientos rotos y olvido.

            Reconozco mi soberbia cuando defiendo mis convicciones, soy terco y actúo con impulsos, me arrepiento ese día en el que no pude ni tan siquiera intenté evitar mi rabia, aprovecharía antes de regresar a mi tierra para cumplir con la promesa que le hice a Helga, Aurelio quería acompañarme y aprovechar para corrernos una juerga de la que ya tenía planes, eso me sentó como una patada en la entrepierna por ahorrarles una palabrota mal sonante y así se lo hice saber, apelé a su humanidad, falta de sensibilidad y carencia de respeto por pensar con la polla antes de hacerlo con la cabeza, reproches e insultos propios del hervir de la sangre joven y la testosterona, nos venció el orgullo y la frustración para marcharnos cada uno por su camino, realmente no éramos merecedores por culpa de una rabieta romper una amistad casi de hermanos, quizás conocernos tan bien fue el detonante para hacernos tanto daño con palabras que llevaban veneno. Unos días antes de marcharme pasé por la casa de mi amigo, no sabía cómo arreglar la situación pero tenía que intentarlo me sentía mal y sabía del daño que había provocado.

            Sus padres me informaron que estaba en Caracas y que tardaría varios días en regresar, sentí alivio, lo reconozco, me enfrentaría al marrón dentro de tres meses cuando volviera. Cuando dejaba Venezuela me llevaba aromas de tierra empapada, a veces desde la ventana me pasaba ratos asomado contemplando cómo caía la lluvia incesante durante días sin parar como un diluvio, las plagas de mosquitos que aquí les llaman zancudos eran mi tormento rascándome hasta hacerme heridas en brazos y tobillos, con el tiempo entendí la costumbre local de llevar botas incluso con el calor, eran la mejor solución para evitar sus molestas picaduras e incluso prevenir mordeduras de culebras que de vez en cuando salían de la maleza dando buenos sustos. De camino a Caracas hacía un balance de progresos y derrotas un sencillo arqueo de cuentas sin números de ventajas e inconvenientes, me faltaba una factura pendiente, dejé en un hotel cercano equipaje y ropa de sport para disfrazarme con un traje azul marino hecho a medida, una inversión que pagué con gusto, odiaba los pantalones de campana y lo encargué como había visto en una revista de moda, con la puñetera raya marcando el pantalón pero estrecho para lucir unas botas en pico, camisa blanca y corbata negra, me miré en el espejo de la habitación provocando una sonrisa, parecía un jodido asesino elegante, una melena de rizos me llegaba al hombro, unas gafas oscuras y un bigote cargado me daban el aspecto de un matón de la CIA, temblad hembras, ha llegado el autentico macho man.

            Necesitaba sentirme seguro al parar un taxi de camino a la Colonia Tovar, en la entrada principal un guardia privado consultaba su tablilla observándome de arriba abajo, desde su garita hizo una llamada por teléfono permitiendo el paso hasta mi destino, respiraba agitado sin saber lo que me esperaba. Gesto serio en un cuerpazo de infarto, perfume embriagador de una escultura de mujer, alta, elegante y decidida, Aurora un monumento de rubios cabellos y mirada penetrante capaz de ponerme en alerta de inmediato, percibía en ella su don de mando, un carácter heredado de sus padres, madura sin llegar a pocha, joven pero con experiencia en combates a corta distancia, seguramente una máquina en la cama de las que chillan y a la vez te exprimen como un limón devoradora de miradas pecadoras por una fruta exquisita muy lejos de paladares de pobres.

            Tras ella resonaba en mi cabeza el taconeo de zapatos de aguja, traje chaqueta de corte elegante, esbeltas piernas y un culo para marear y soltar babas, afortunadamente mis pensamientos no eran transparentes y con esfuerzo conseguí la máscara de tragedia que llevaba preparada para saludar a la Sra. Helga, sentada en el butacón donde hacía meses yo mismo me vi sentado en otras circunstancias menos dolorosas, nos fundimos en un abrazo sin contener lágrimas, al poco me apartó con dulzura para piropearme por mi elegante traje y por lo guapo que me veía, me encantaban sus gestos, me sentía nuevamente feliz por volver a verla, había cambiado, la notaba derrotada y envejecida por supuesto no le confesé mi impresión, permanecía en silencio recordando cuando jugaba con mi padre partidas de ajedrez en las que aprendí que el silencio y la paciencia obligan al contrario a  jugar si no manifiestas nerviosismo ante tu oponente, la conversación se volvió calmada y tranquila en un ambiente de confidencialidad que nosotros ya habíamos compartido, las chicas del servicio ya traían la bandeja con el servicio de té, me había hecho aficionado a esta bebida tan solo por el teatro en gestos y movimientos para concentrarte en una pausa con la que un buen observador analiza sin tapujos a quien tienes frente a ti.

             Como en toda conversación tienes que administrar el tiempo acompasándola como una melodía musical para dejarla fluir con naturalidad, el cuerpo se hace cómplice de movimientos automáticos posicionando la ejecución de gestos como un lenguaje oculto a ojos de profanos, me sentía cómodo y seguro cruzando una pierna sobre la otra mientras me deleitaba con una fina taza de porcelana degustando con deleite sabores de un té de sabor muy marcado, había aprendido con detalle manejarme con elegancia en ambientes de gente con posición económica muy desahogada y las únicas cartas que yo poseía eran mi descaro en un aplomo digno de un actor consumado, un pobre imbécil como yo disfrutando en una obra en la que el drama y la tragedia se convertían en la mejor máscara. Aurora reaparece en escena y me pide en voz baja que por favor la siga, me disculpo con Helga que suspira contrariada al ver interrumpida una conversación que ha conseguido iluminar su rostro con una delicada sonrisa, de camino me presenta a su marido del que no recuerdo ni tan siquiera su nombre, sentado en un sillón descansa una masa deforme de autentico sebo, su cara rosadita y su prominente barriga hablan de su buena vida por la afición a las hamburguesas y los perritos calientes, tiene un acento tan raro cuando habla que sospecho puede ser ocasionada por no tener bien sujeta la dentadura postiza,¡¡vaya mierda de marido!! Un apretón de mano tan flojito que me hace pensar si incluso es mariquita deduzco quien lleva los pantalones en su casa, mezclar negocios con los placeres carnales a veces no son una buena combinación por lo que he visto.

 

 

 

 

 

 

 

                                                          

 

 

martes, 25 de septiembre de 2012

CAPITULO LXIII, Sui géneris.


                                                                      CAPITULO LXIII
                                                                            Sui géneris          

 

 

            Tuvimos una travesía con bastantes dificultades, Helga sufrió gran parte de ella indispuesta en el camarote del barco, se sentía agotada física y mentalmente por la agitación de la precipitada huida con el natural temor por su embarazo, durante las noches sufría constantes pesadillas acompañadas con fiebres que perlaban su frente hasta dejarla extenuada, eran los peores momentos cuando caía la noche y nos disponíamos a descansar, me apretaba las manos implorando que se acabara pronto el continuo vaivén del barco para llegar a puerto, mareaba continuamente y me hizo prometerle como un recuerdo a tanta desgracia que cuando diera a luz nuestra primera hija se llamaría Aurora en memoria de un canto religioso que se entona al amanecer para la celebración de alguna festividad religiosa.

            Afortunadamente pude disimular mi precipitado malestar alegando el natural cansancio por el viaje de tantas horas en el avión, incrementado por el cambio horario, la altura geográfica de Colonia Tovar y por supuesto no estar acostumbrado a la ingesta de la cerveza combinada con las mejores salchichas que he probado en toda mi vida. Una verdadera pena, las Sra. Helga me aconsejó que saliéramos de la casa para que la brisa de la noche me despejara el dolor de cabeza, me sentía confuso por no entender en las casualidades, había aprendido con el transcurso del tiempo a estar atento a los cruces de acontecimientos que me rodeaban no eran fruto del azar, había leído hace tiempo un artículo sobre planos astrales de consciencia en mundos paralelos, un terreno abierto a especulaciones e interpretaciones en el acontecer de cualquier ser humano, solo aquellos que llegaran al excelso conocimiento de su “yo” interior podrían establecer conexiones astrales en hechos supuestamente desvinculados a hechos casuales, a veces me costaba desmenuzar informaciones escritas por mentes privilegiadas en diferentes campos de profundo estudio, en ocasiones había compartido mis dudas con otros amigos consiguiendo con ello la etiqueta de raro o imbécil hablando claro.

            Sentados en silencio notaba como la anciana me miraba de reojo, ¿Qué poderes tendrán todas las madres para descubrir cualquier secreto? ¿Me lo vas a contar? Levanté la mirada fijándome en sus ojos azules como el mar, profundos y misteriosos, mantuve un silencio para armarme de valor y confesar que ya hacía tiempo sabía el nombre de su hija. Pensé que lograría se burlara de mí pero tan solo conseguí una sonrisa de su parte y que su brazo sobre mis hombros me diera la tranquilidad por entenderme, quizás un acto tan simple me desconcertó, a continuación confesó de la notable mejoría de su marido después de haberme conocido, había recobrado una parte de su alegría al confesar sus temores con un desconocido, un joven, tú, con la suficiente entereza, paciencia y cariño para perder horas escuchando a un pobre viejo, es curioso, anoche me confesaba sentirse aliviado y en paz consigo mismo, en ocasiones amigo, beneficia tanto el gesto sencillo de intentar escuchar a otra persona como la satisfacción de poder enterrar definitivamente las pesadas cargas del pasado, con lágrimas en sus cansados ojos mi marido entre sollozos con una voz temerosa en sus palabras me miró y me dijo, Helga ahora me siento mejor preparado cuando me visite la muerte.

            Esa noche pude dormir sin sobresaltos, sentía que ya no era un jovenzuelo greñudo y raro, me sentía realizado como hombre asumiendo que había interferido en la vida de dos maravillosas personas con una mochila de sufrimientos demasiado pesadas para sus espaldas, la vida era injusta pero había que plantarle cara a las adversidades y yo comenzaba un nuevo camino rellenando de emociones mi propia existencia. Llegó la hora de la despedida, Otto y Helga me invitaron a la celebración de la fiesta que preparaban, la había postergado hasta la llegada de su hija y poder celebrarlo todos juntos en familia, entendieron de mis obligaciones con el trabajo sacando de mi cara nuevamente los colores al afirmar que mis padres estarían muy orgullosos con un hijo como yo, llevo muy mal los elogios, cada vez que puedo evito a quienes me tratan con cariño incluso ni mis mejores amigos saben la fecha de mi cumpleaños, prefiero regalar a que me regalen, incluso me alegran los triunfos ajenos tomándolos como un ejemplo de que el esfuerzo, el sacrificio y el tesón pueden llegar a ser la recompensa perfecta para incluso alguien como yo que no siento la necesidad por objetos materiales.

            Aproveché mi estancia en Gran Canaria para disfrutar de playa, discotecas y de su gastronomía sencilla pero exquisita, ya tenía una estrategia cuando volviera a Venezuela, me había dado cuenta al estar rodeado de gente mayor en que sus quehaceres diarios por ganar mucho dinero a base de mucho esfuerzo y trabajo continuo no les dejaba tiempo para comprar algunos caprichos a veces necesarios, había escuchado de trapicheos en compras procedentes del contrabando desde la Isla Margarita, casi todos eran transportistas que recorrían el país de extremo a extremo, lo tenía claro, no llevaría en mi equipaje efectos personales para mí, me dediqué a comprar polos de Lacoste, gafas de sol Raiban, encendedores chapados en oro, cintas de música en cassette, maquinitas para matar marcianitos manuales y las famosas Atari para televisión, navajas suizas multiusos, relojes Seiko y Casio tan de moda en aquellos años en los que te quedabas embelesado mirando como cambiaban los números incluso con luz interior, una autentica revolución tecnológica. Al  llegar al aeropuerto de Venezuela ya sabía cómo evitar que me desvalijaran o hicieran preguntas incomodas, tan solo una muestra de buena voluntad en billetes me daban vía libre.

            En menos de una semana había vendido todo triplicando y cuadruplicando la inversión en la compra, mi inversión era en pesetas y vendía en bolívares con una gran diferencia en el valor de la moneda, antes de regresar a canarias reconvertía en dólares  con lo que me había ganado una fortuna para ahorrar, realmente lo que me gustaba era hacer negocios como un adulto y jugar con los desafíos por mi sangre fría sin arrugarme al miedo de verme detenido por la policía, afortunadamente los controles de aquellos años no eran tan rigurosos y menos con un jovencito con carita de no haber roto un plato en toda su vida, los negocios y el trapicheo me abrieron nuevas oportunidades para conocer a muchas personas de distintos países y oficios tan dispares, en una ocasión un chaval de mi edad me ofreció trabajar en una emisora de radio local propiedad de su padre, me miraba entusiasmado por la agilidad mental para comentar anécdotas y buscar la ironía por cualquier tontería, tengo que reconocer que siempre fui muy bien recibido en la octava isla canaria como se conocía ya entonces.

            Mi vida en Venezuela marcó mi carácter por el libre pensamiento y por tener siempre la posibilidad de elegir lo que quería y cuando lo considerara oportuno, reconozco tener una personalidad sui géneris, no me gustaba que me manejasen o que incluso lo intentaran, no seguía consignas, banderas, ideologías, grupos sociales o fanatismos insulsos, un puñetero rebelde, díscolo y disconforme, me gustaba la soledad por encontrar en ella momentos en evaluar mi forma de ser sin distorsiones con honestidad en mis correcciones. En los pocos momentos que me quedaban libres aprovechaba para conocer mejor ciudades, pueblos y costumbres de sus gentes no sin continuar asombrándome por casi todo, recuerdo haber conocido a un chaval que trabajaba en la selva muy apartado de comodidades y mimos paternos, no recuerdo exactamente a que se dedicaba pero vi por primera y única vez pequeñas piedras de diamantes sin pulir, parecidos a cristales opacos era la moneda con la que le pagaban en aquel lugar tan alejado de la civilización, con el tiempo he madurado en esos recuerdos pensando que quizás se tratara de un traficante disfrazado de joven aventurero pero a estas alturas de mi vida ¡¡qué coño me importa!! Todo el mundo tiene derecho a elegir su rumbo ateniéndose a las posibles consecuencias, Venezuela, la que yo conocí era vive y deja vivir, metete en tus asuntos si quieres evitar problemas.

            He tenido una juventud poco corriente, hoy cuando escribo esta historia de mi vida veo a mi hijo con casi diecisiete años salir de casa a dar una vuelta con su bicicleta, yo nunca tuve una por no disponer de tiempo e incluso dinero para comprarla, en cambio el primer día de mi cumpleaños en Venezuela acudí a la jefatura de tráfico y en pocas horas ya tenía carnet de conducir sin apenas saber que un coche tenía cuatro ruedas mas una de repuesto, se le ponía gasolina y corrías que te cagas, dieciocho años y unos cientos de bolívares para sentirme el puto amo. A pesar de sentirme como un autentico machote habían acciones con las que me podía la vergüenza y mi total negación por sentirme blanco de miradas evaluadoras, mi forma de vestir era la normal en la época pantalón vaquero como mi segunda piel y el resto poco importaba camisetas, polos y camisas pero estas últimas nunca soportaba abotonar los puños, una manía de cuando era un niño y mis padres me vestían con la ropita de los domingos para ir a misa, ¡¡que fatigas aguantar tanto rato de pie o sentado escuchando casi siempre al cura amenazar con las llamas eternas a todo aquel se sé saliera del tiesto!!

            Las fiestas en el Club Canario eran muy sonadas, las muchas amigas que conocía empezaban con los preparativos semanas antes de las celebraciones y era de rigor en el cotilleo juvenil saber quiénes asistirían para hacer los planes de bailes propios de la tierra, salsa, merengue, bachata etc. El requisito fundamental para acceder a los mismos además de ser socio lógicamente era la asistencia de las señoras y señoritas con vestido largo y los señoritos y caballeros adecuadamente vestidos con traje y corbata ¡¡y una mierda!! Podía establecer la estrategia por evitar bailes que me fascinaban por su ritmo y alegría, máxime por disfrutar de los apetitosos culos y delanteras de generoso escote de las nenas pero ponerme un traje y una corbata estaba en contra de mis principios ¡¡eso nunca!! Quien me iba a decir que años después trabajaría con esa indumentaria ¡¡por cojones!!

            Una tarde me avisaron al teléfono con un día de trabajo agotador, era Helga, entre sollozos entendí del fallecimiento mientras dormía de su marido Otto, me pedía a instancias de su hija Aurora que desde que pudiera les visitara, no para asistir al sepelio por ser imposible abandonar mi trabajo, habían otros asuntos que requerían mi presencia, no me cagué encima de casualidad, a continuación me abatió la tristeza y el dolor por quien en tan poco tiempo consideraba un amigo tan especial.

 

 

 

 

 

 

lunes, 24 de septiembre de 2012

CAPITULO LXII, Operación Krüger


                                                                 CAPITULO LXII
                                                                Operación Krüger

 

           

            No he podido recoger toda la conversación tal y como sucedió aquel día mientras escuchaba atento a todo lo que narraba el Sr. Otto, intento en mi memoria recordar lo esencial de la misma y ser objetivo e imparcial en mis valoraciones, tratando de no ofender a quienes tengan el valor de juzgar unos hechos ya escritos, a quienes han estudiado los horrores de la segunda guerra mundial, mi respeto y disculpas con humildad, entiendo de mis dificultades por dar a conocer algo inexplicable en primera persona intentando emular a escritores o historiadores consagrados.

            Con una cierta frecuencia éramos interrumpidos por la Sra. Helga siempre atenta a cualquier necesidad de su amado marido, éste con claros aspavientos le decía que nos dejara solos, ella me miraba y con la cabeza le daba a entender que se encontraba a gusto por lo que durante instantes podía percibir el suave aroma del perfume con el que se quedaba la estancia al salir, es curioso que con los años queda anclado en mi memoria olfativa fragancias cargadas de vivencias o hechos tan lejanos que han marcado huellas difíciles de olvidar. Una sonrisa de Otto vale como disculpa por sentirse tan enamorado por su esposa y la dedicación por su quebrada salud, con un golpe de bastón en la lujosa alfombra se obliga a retomar con sus memorias y mi impaciencia en saber de tan intrigante historia.

            No es mi intención recibir perdón de nadie por verme implicado en participar en el genocidio tan atroz cuando el mundo entero pendía de un hilo por el transcurso de la guerra, estaba obligado a obedecer órdenes o verme inmerso en alguna investigación interna por parte de la Gestapo o las milicias de las SS, mis profundas creencias cristianas eran el bálsamo para aliviar el enorme peso de mi conciencia por tantos crímenes contra seres humanos indefensos, no sé cuánto me queda de vida soy consciente al sentirme enfermo de tristeza y cuando me reúna con Dios él sabrá impartir la justicia que me merezco, si te juro jovencito que jamás le hice daño a nadie, era un soldado muy joven y aterrorizado para darle la espalda a mi país, necesitaba alimentar a mi joven esposa y juntos muchas noches llorábamos cuando le contaba escuchar los muchos fusilamientos desde la comodidad de mi despacho rodeado de órdenes, papeles y verdaderos fanáticos creyentes en una doctrina de exterminio por prevalecer la raza aria. Respiraba ciertamente agitado conteniendo las lagrimas que le atormentaban, yo, permanecía sentado en un amplio sillón hundiéndome cada vez más en un vano intento por no llorar de pena, sentía un nudo en la garganta y con disimulo mantenía mi mano apoyando la cara para evitar derramar alguna lagrima, acongojado, así me sentía o quizás debería decir acojonado, me asfixiaba al sentir que mis genitales se me subían a la garganta.

            Ya por la tarde decidimos dar un paseo por las afueras de su majestuosa casa, el césped cuidado con excelsa pulcritud daba la perfecta imagen de cuidado y mimo a la vez de respirar el agradable aroma de las rosas acariciadas por un clima de sol tan agradable y embriagador, en el horizonte las brumas traían con las nubes gotas de rocío refrescando mi espíritu, con los ojos entornados contemplaba el cielo mientras caminábamos en silencio digiriendo tantas emociones concentradas pensando que Dios existía en darnos la vida disfrutando de un presente cargado de promesas por una vida tan distinta de los que no tuvieron la suerte en sus caminos y sin querer rezaba en mi cabeza sin saber el motivo, quizás yo no era merecedor de una confesión que causaba el tormento de un desconocido con el que me veía siendo cómplice al escucharlo. Hoy, cuando escribo me doy cuenta que muchos hombres somos capaces de intentar volcar en papel sentimientos escondidos que jamás seriamos capaces de hablar cara a cara, el alma es capaz de albergar en su interior los secretos impuestos por distintos hábitos producto de estereotipos de la actual sociedad.

            Clandestinamente hice lo posible por intentar ayudar a los presos judíos que mantenían encerrados en un pabellón anexo al edificio donde me encontraba, cuando los visitaba escondía en mi maletín pan y embutidos que robaba de las cocinas, consciente de mi temeridad nunca fui descubierto y las visitas se hicieron una constante con la excusa de interrogarlos. Meses después me encomendaron la supervisión de sus tareas pasando a unas instalaciones con entrada restringida, con un pase especial podía tener acceso al pabellón donde trabajaban no sin ciertos privilegios justificados por mantenerlos con vida el tiempo suficiente hasta acabar su trabajo. Lo que vi superaba con creces mis sospechas, un centenar de presos de origen judío se afanaban por reproducir al detalle falsificaciones de billetes de libras esterlinas, el pabellón se encontraba atestado de mesas y maquinaria para la producción masiva de billetes falsos, hombres con uniforme de rayas identificados por la estrella de David cosida en el pecho les identificaban como los minuciosos artistas en las reproducciones que pasaban incluso por diferentes manos y ojos que miraban a través de microscopios cualquier imperfección en su trabajo, cada mesa estaba llena con tinteros, plumillas, lupas e instrumentos para corregir al detalle cualquier minucioso detalle en su realización.

            Controlaba administrativamente a presos procedentes de muchos países distintos en fichas con todo tipo de detalles, conocíamos mejor al individuo que incluso ellos mismos, en aquellos años el ejército alemán se caracterizaba también por su disciplina y el rigor con el que se documentaba cualquier acción de guerra, una costumbre que sin darme cuenta he adoptado como fundamental para sobrevivir. Conseguí un ascenso y mejor paga pero ya no podía visitar a diario a mi esposa, cada cierto tiempo me llevaban en un coche oficial a mi hogar y guardias armados me custodiaban con la finalidad de evitar contar lo que allí sucedía, mi esposa Helga también sospechaba que la vigilaban y en el barrio muchos conocidos dejaron de saludarla por temor a represalias, era una vida encubierta por el miedo a ser denunciado por personas que incluso habían compartido mesa con nosotros con amistad de años, la desconfianza era un arma eficaz de lucha psicológica evitando a la población civil utilizar la cabeza o emitir opiniones contra el régimen militar impuesto.

            Suspiro oyendo a Otto, cuantas similitudes a las historias que me contaba mi padre  sin tantos detalles pero con el mismo tono de tristeza, me siento afortunado por lo poco que poseo, la libertad es un bien en su propia naturaleza lo que muchas ideologías han convertido en esclavitud por la fuerza de las armas. Helga y yo nos temíamos lo peor, a pesar de no dar crédito a sus temores siempre me decía que al terminar el trabajo de falsificación de tantos millones de libras nuestras vidas dejarían de tener valor por ser testigos de una operación secreta, por hechos menos delicados habían desaparecido familias enteras cubriendo las pistas con un simple traslado obligatorio en circunstancias de guerra estratégica. Pronto mis temores empezaron a preocuparme seriamente, prepararía cuidadosamente la forma de escapar antes de perecer sin dejar rastro, los prisioneros judíos eran muy hábiles con las falsificaciones disponían de mucho tiempo libre y se esmeraban en su trabajo quizás por las represalias del comandante del campo, les llevé fotos y pasaportes en blanco para que me hicieran una buena falsificación como ciudadanos suizos a cambio de alimentos.

            Helga estaba embarazada de pocos meses, circunstancia que aproveché para pedir un pase urgente a un hospital de Berlín, ahorraré detalles en disfraces, carreras, miedo y riesgo la tarde de la huída, conseguimos llegar hasta Hamburgo donde embarcamos sin dificultades hasta nuestro destino aquí, en este maravilloso país donde fuimos tan bien recibidos, lamentablemente el dinero siempre abre todas la puertas incluso ablanda las conciencias, antes de escapar de Alemania me hice con un buen fajo de billetes de libras esterlinas para comenzar una nueva vida en paz. Aquí nació nuestra primera hija, al otro muchacho un poco mayor que tu ya lo conoces. ¿Hija? Un momento le dije sorprendido, ¿tenéis una hija? Si amigo, se casó y ahora vive en Estados Unidos, su marido es un importante hombre de negocios que viaja continuamente por todo el mundo, incluso sabemos por su última carta que dentro de poco viajará hasta aquí para visitarnos, sabes que nos alegraría mucho que pudieses venir para reunirnos todos y brindar por la vida.

            Ahora entendía al anciano y sinceramente me alegraba por él y su familia, de acuerdo que su vida anterior no fuera la más adecuada pero demostrando un coraje que pocos habrían tenido fue capaz de escapar de su destino para dar esperanza a nuevas generaciones criadas en la paz y la tolerancia, estaba de acuerdo con su veredicto en que solo Dios o quien le esperara tras su muerte lo juzgaría sin la intervención del hombre. Antes de cenar llamé a mis tíos para indicarle que cogería un autobús hasta Acarigua, me quedaría esta noche invitado por los ancianos en la misma cama que su hijo ahora ausente en sus estudios. Mientras cenábamos no paraba de darle vueltas a todo lo que me habían contado, una historia muy fuerte en la que tan solo me quedaban pocas preguntas para rematar mi asombro pero nadie me había advertido de un pequeño detalle quizás el que más me impactó en aquella noche tan extraña. Nos interrumpe una señorita del servicio al sonar el teléfono, la Sra. Helga se disculpa y se va para atenderlo, mientras nos reímos con las frecuentes anécdotas con las que me tiene siempre entretenido Mr. Otto, recuerdo que bebí nuevamente cerveza negra en pequeños sorbos para intentar acostumbrar mi estomago con su sabor amargo, una jarra muy grande que apenas podía sostener con una sola mano, al poco se acerca Helga con una sonrisa radiante, su marido esperando quien la había llamado para compartir nuevas noticias, ha llamado nuestra hija comenta su esposa, Aurora llegará dentro de dos semanas, mi cara palideció de repente cuando solté el tenedor en el plato con estrépito, me levanté  de la mesa y salí corriendo al baño a vomitar toda la cena.