sábado, 14 de mayo de 2011

CAPITULO XV. Justicia gitana.

CAPITULO XV
Justicia gitana

Nos esperan otras autoridades y nos apremian a seguirlos campo a través hasta unos matorrales que esconden unos muros derruidos en un solar abandonado, allí, más soldados cubren un perímetro de seguridad haciendo un cerco libre en el centro de la ruinas. Mi curiosidad cada vez va creciendo a cada paso intrigado por tan amplio despliegue de fuerza y secretismo. Hasta ese momento nadie se ha dirigido a mí para hablarme o darme explicación alguna, de hecho no he oído hablar absolutamente a nadie, solo el silencio y el soplar de la brisa refresca mi cabeza por los nervios contenidos. El alcaide se para, me agarra del brazo y me dice: Pedro lo que va a ver no es agradable, le necesito y sabrá porqué cuando lo vea, le ruego me acompañe. A medida que nos acercamos a las ruinas oigo un zumbido molesto, una nube negra de moscas cubre todo el solar, en el suelo acostado en todo lo largo, dos cuerpos desnudos uno de piel blanca como la leche, el otro tan negro como una mierda seca al sol. El primero D. Narciso, el otro su guardia personal. Doy media vuelta, me apoyo en un muro y de una fuerte arcada expulso el ácido de la leche con queso rancio del desayuno, ya repuesto vuelvo a acercarme para terminar de relatar la escena.
A los dos cuerpos le han rajado la boca para poder introducir en ellas todo el paquete viril, mucho más en la boca del morisco al que le han desencajado la mandíbula para poder llenársela. Oh Dios mío, el cuadro es de lo más bestial que había visto hace mucho tiempo, sin querer mi mano la tengo agarrándome mis partes pudendas, doliéndome a pesar de lo mío, sólo de pensar la terrible agonía que tuvieron que pasar estos desdichados. Qué clase de animales serían capaces de cometer tan salvaje crimen, qué clase de perturbados idearon semejante tortura, es curiosa la mente humana, cuanto peor es el horror que vemos, más nos fascina el lado oscuro del mal. ¿Se encuentra bien padre? Solo sé que llevo un rato moviendo la cabeza en negación de lo que veo, pero no puedo dejar de seguir mirando fascinado y aterrado a la vez. Todo el suelo y la tierra alrededor es un gran charco de sangre en la que se me quedan pegadas las suelas de mis sandalias, hay salpicaduras de sangre en goterones por donde quiera que miro, las moscas a intervalos cubren por completo las caras y los cuerpos de estos desgraciados. A mi me tiemblan las rodillas y me siento mareado. Pedro mantenga la cordura me dice D. Casimiro, necesito que les dé la extrema unción para que sus almas puedan hallar descanso eterno. No sé si el hombre moreno era cristiano o converso pero, por favor, terminemos con esto cuanto antes, se está creando una gran expectación y las noticias corren nada más suceden, este caso, si está relacionado con la parejita que retenemos en la cárcel va a traer muchos quebraderos de cabeza, que Dios nos pille confesados. D. Narciso Fernández de Córdoba era un hombre de notable influencia en los círculos cercanos a la corte de Castilla, las cosas no pueden ir peor.
De camino al carruaje aturdido por lo visto veo de reojo la paliza que les están propinando a los detenidos, los conducen encadenados a los carromatos, jaula que ya conozco, todos en macabra cabalgata nos encaminamos nuevamente hacia la cárcel, mi nuevo hogar desde hace ya un tiempo.
Ayer fue un día especialmente difícil pero hoy no parece que vaya a ser mejor. Esperamos la visita de personas relevantes de la curia eclesiástica y emisarios de la corte del Rey. En las puertas de la cárcel tenemos una multitud de gente aullando como salvajes, la guardia ha sido reforzada y esperamos más efectivos para evitar una rebelión en toda regla. Han sido suspendidas las visitas indefinidamente hasta que vean por dónde va a terminar este escándalo, lluvia de piedras y palos caen con frecuencia en el patio central, los abucheos, insultos y gritos son ensordecedores. Mientras, no puedo hacer otra cosa que continuar curando a los necesitados y esperar pacientemente, nadie puede entrar o salir, estamos sitiados. No sé, si temo por mi vida, me encuentro tan aturdido que la situación me desborda. Desde muy temprano el alguacil se ha encaminado a la cárcel anexa de mujeres para empezar con los interrogatorios, después de la agresión que sufrí en la enfermería de mujeres el alcaide ha tomado sus propias medidas; seis guardias enormes le acompañaron con gruesa porras. A uno de ellos de nombre Crispín apodado El Burro no le funciona muy bien la cabeza pero para trabajos de fuerza es sobrenatural. No sabía que en la muralla sur existía un pasadizo oculto tras una puerta con reja, se comunicaba con el patio desde el exterior dando a un terreno en el que nunca había nadie, por esa puerta entraron anoche la esperada visita y me informan de la reunión en uno de los grandes salones del complejo penitenciario. No termino de escribir cuando vienen a por mí. Entro en la gran sala después de caminar un buen rato por tantos pasillos y túneles, estoy completamente desorientado, antes de reunirme con el resto de ilustres visitantes el alcaide me mete en una antesala para comenzar su escalofriante relato.
Por su semblante me doy cuenta que se va a ahorrar cháchara y cortesías y va a ir directamente al grano, efectivamente; “Pedro, creo tener una cierta confianza con usted y tengo la obligación moral de disculparme por sospechar de su implicación en todo lo que ha sucedido. La persona que usted conoce o conocía, como Bernardina...” hace una pausa, traga saliva y yo pienso lo peor, ¿se les ha ido de las manos el castigo y la han matado? me equivoqué.
No es una mujer... Su verdadero nombre es Santiago Heredia, un mariposilla”. Mi pizarra rasca como un rayo al escribir, “¿está usted seguro?” “Por supuesto, hoy hemos ido a interrogarle y nos ha desafiado con saña, viendo que no iba a colaborar por las buenas decidimos bajarle la altanería, se le rasgó la espalda de su corpiño para darle unos latigazos y cayó al suelo el relleno que simulaba sus pechos abundantes, el resto permítame no lo continúo por ser de mal gusto”. Continua: “Esta es su declaración jurada de los hechos. El día de autos se encontró citada con Narciso en su carromato. Narciso intentó por la fuerza conseguir sus favores a lo que Bernardina o Santiago rechazó con fuerza. Narciso ofendido intentó violarla o violarlo no lo sabría definir bien, el caso es que Narciso le puso la mano en la entrepierna y…sorpresa, se animó aun más, a continuación Narciso le puso un puñal en el cuello bajo amenaza de revelar su secreto si no atendía a sus “necesidades” por lo que, el acusado le arrancó la bolsa de monedas y salió corriendo, el resto de la historia ya la sabe usted. A Narciso no le interesaba airear sus vicios contando la verdad por lo que decidió tentar a la suerte para que la ajusticiaran junto con su secreto. No tuvo tiempo para reaccionar mientras estaba el detenido/a en nuestras manos, tal como vimos juntos alguien se encargó de ajustarle las cuentas a Narciso y a su amante”. No me di cuenta que se me caía la saliva por la comisura de la boca al tenerla abierta mientras relataba los hechos acontecidos, Virgen del Amor Hermoso, pensé, cuantas sorpresas en tan poco tiempo.
Seguidamente entramos en la gran sala donde ya nos esperaban una treintena de personalidades. Durante horas hubo discusiones acaloradas de carácter jurídico y había comenzado la guerra entre los poderes eclesiásticos y los poderes de la jurisdicción civil. La sociedad pedía ojo por ojo a la justicia con la amenaza de disturbios en toda la ciudad, cosa que a nadie le interesaba; por lo que la balanza se inclinaba a favor del enviado del arzobispo de Sevilla, partidario de que el juicio a los condenados lo ejecutara el tribunal del Santo Oficio de la Santa Inquisición, institución independiente de la iglesia respaldada por la corona de Castilla. Aunque su cometido principal era la de perseguir a los falsos cristianos y a los herejes, también aprovechaban casos como este para dar un mayor prestigio en su carrera por el poder. El pueblo enervado pedía sangre y la Inquisición no los podía defraudar, Dios nos ampare a todos.
Casimiro se acerca y pasa su brazo por encima de mi hombro al terminar la primera reunión a la que asistimos. Son las primeras diligencias en las que se ha tomado nota de todos los hechos, no he podido escribir todo lo aportado en esta reunión por considerarlo ampliamente largo en terminología jurídica, además por la cantidad de horas empleadas en ella. Sí me ha llamado la atención el énfasis en todos y cada uno de los delitos cometidos por la pareja de reos a los que se le añade la de herejía por no ser presos confesos de la religión cristiana, es un delito que la Inquisición persigue con especial interés y uno de los pilares básicos de su ministerio y obra,. Tanto Santiago como Agapito ven el final de una vida de delincuencia y depravación con la gravedad de su propio testimonio de orgullo al no renegar de ser gitanos sin doctrina. Extraña pareja vuelvo a meditar, su raza según leí en viejos libros proviene de la palabra egipciano cuando se creía que su lugar de origen era el lejano Egipto. Personalmente es algo que me intriga por su misterio y ahora pienso que deberé callar por mis sospechas en la conexión del niño de la muleta y de otros hechos que demostrarían la pertenencia a un grupo de delincuentes con una organización muy bien establecida. No temo por mi vida, hace días descansó mi conciencia en los testimonios escondidos en la Biblioteca del Colegio-Universidad de Santa María de Jesús.

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