CAPITULO
LXV
Revelaciones
Aurora comenzó por intentar sonreír,
se frotaba las manos encandilándome con el suave tintineo de sus pulseras al
rozar en la mesa de madera pulida, me pidió disculpas por un recibimiento tan
frío a la vez me daba las gracias por haber conseguido que su padre recibiera
el cariño y la atención es sus últimos días de vida, no respondí a sus halagos
mostrando indiferencia, mantenía firme la mirada a la espera que más quería de
mí, ahora yo manejaba la situación y ella se veía indefensa por saber por dónde
continuar.
Aflojé la correa para darle un
poquito de cuerda entrando a por todas, impulsé un poco el cuerpo hacia delante
para darle a entender que no quería perder el tiempo, un gesto cargado con la
intención de levantarme y no seguir escuchando memeces de una hija pija y
malcriada, Verá, continuó dando conversación, atento a sus palabras entendí la
distancia que había creado al darme el trato de usted, un gesto muy fino por
parte de quien se creía estar en una posición social por encima de los plebeyos
como yo, Aurora posiblemente casi doblaba mi edad y si no iba a recriminarme
algo no me gustaba verme en un despacho a pesar de ser una hembra de gran
calibre.
No sé de que hablaron usted y mi
padre, mi madre dice que pasaron muchas horas conversando aquellos días previos
a la celebración de la fiesta, así es, le contesté, ella se quedó en silencio a
la espera de que quizás yo le contara algo que le pudiera interesar, en vista
del silencio que se me hizo insostenible decidí atacar sin nada que perder
¿Quién cojones se creía esta señora? Verá señora, a pesar de saber su nombre
obviarlo me pareció una muestra de desprecio, lo que su padre, que en paz
descanse me contó, con todo mi respeto creo que no es de su incumbencia, su
padre, era una persona respetable y de honor y no seré yo quien traicione su
memoria contando hechos de su vida si usted no los sabe, las conversaciones
fueron un acuerdo tácito por mi parte en no revelarlos a nadie, su padre se
encontraba en una fase de su enfermedad que probablemente debido a la soledad
me ofreció amistad sin ser consciente de ello, no creo que tengamos nada más
que hablar señora y ahora si me disculpa me tengo que marchar, mañana cojo un
vuelo a mi tierra y me encuentro un poco cansado.
He venido hasta aquí por el cariño
que le tengo a su madre, pero…dejé un intervalo de segundos para contestar con
un tono de ironía, no he venido para que me dé la charla, no necesito nada así
que si me disculpa, hice el gesto de levantarme y me fijé que Aurora se mordía
el labio en señal de derrota, le ruego espere hasta que termine de contarle,
por favor, no puedo ser tan cabrón cuando una mujer me pide algo así que
intrigado volví a sentarme, sé que no he actuado correctamente pero le ruego me
escuche y después si así lo quiere es libre de marcharse, había cambiado el
tono de voz con un punto de humildad ¿se acuerda el día que limpiaron el
trastero del sótano? Claro que si, contesté, fue el día que conocí a sus
padres, pues bien, contestó Aurora, encontré algo que me ha dejado intrigada y
me gustaría que lo viera y me diera su opinión.
Aliviados abandonamos el despacho cada uno
pensando en la lucha dialéctica que habíamos mantenido hace un momento, uno al
lado del otro y ella me comenta, tiene usted el típico carácter latino, no se
arruga para decir las cosa a la cara ¿se dice así no? Sonrío y me rio, nos reímos
juntos, verá Aurora reconozco que tengo carácter fuerte pero no soporto que
intenten humillarme, nuevas disculpas y nuevas risas, ¿no te interesaría
trabajar en la empresa de mi marido?, No, lo siento, soy feliz como estoy y
tengo mis padres lejos, ellos también me necesitan y lo menos que puedo hacer
es aportar un poco de cariño para compensar lo que me han dado en la vida, un
señor con dos cajones, ¿es así como dicen en España no? Con dos cojones Aurora,
nuevas risas, empezaba a caerme bien la Sra. estirada, ¿Por qué será que a los
extranjeros les encanta aprender tantas palabrotas? Imaginaba que esta señora
hablaba varios idiomas, detalle que hizo la admirara incluso por tener un
peculiar sentido del humor igual que su difunto padre.
Llegamos al sótano donde se
encontraban un sinfín de trastos amontonados, muebles viejos, cajas con
juguetes antiguos, bicicletas oxidadas, incluso un piano tapado con una lona
para evitar que se llenase de polvo, pero Aurora esperaba impaciente al lado de
una maleta de madera, apliques metálicos sin brillo y con unas cintas de cuero
gastado que a modo de cinchas evitaba que se abriera por accidente, juntos la
abrimos y ella se quedó a la espera de ver mi cara de asombro, se la veía
radiante y contenta por verme la cara, junto a varias carpetas amarillentas y
manchadas se veía claramente el dibujo del águila sobre dos alas y en el centro
la esvástica nazi decolorada por los años, con los ojos desorbitados le
pregunté ¿la maleta de tu padre cuando escapó de Alemania? Efectivamente,
contestó, continué mirando al apartar los documentos y casi me caigo de culo,
una pistola Luger sobre un uniforme doblado cuidadosamente con las calaveras
plateadas en el cuello y la cruz de hierro ¡¡mierda!! Exclamé asombrado, no era
lo mismo ver películas en el cine a contemplar una reliquia del pasado.
Aurora sacó de la maleta lo que
parecía un libro pequeño metido en una funda de cartón rígido del mismo color
morado y cuando me lo entregó comprobé que se trataba de La Sagrada Biblia con
gastadas letras doradas en su tapa y en el lomo, una versión posiblemente que
fabricaron para el ejercito en aquellos años, sin pensarlo abrí al azar por la
mitad del libro, sus hojas apretadas en bloque también lucían el típico color
dorado en sus terminaciones, un libro sagrado con el que seguramente Mr. Otto
encontraba consuelo con un mundo que se había vuelto loco dejados de la mano de
Dios, al principio me pareció bastante antigua por sus finas hojas, muy
similares a la piel de una cebolla, al abrirla por instinto pasé una mano sobre
la página con el fin de retirar las pequeñas manchas que llenaban por entero
las hojas sin espacios libres en sus bordes, me di cuenta que había algo que se
me escapaba o no entendía, Aurora disfrutaba con la cara de extrañeza que ponía
al contemplar cualquiera de las hojas de La Biblia, la miré con un gesto para
que me diera alguna pista, parecían cagadas de cucarachas cubriéndolo todo.
A mí me sucedió lo mismo, al mirar
con detalle apreciaba que seguía un orden por lo que se trataba de escritura,
alguien se había dedicado a escribir un largo texto con un tipo de lenguaje que
no conocía, además estaba escrito con letras apenas visibles por lo
minuciosamente pequeñas, Aurora ya sabía que me entusiasmaría tal hallazgo por
lo que me entregó una lupa enorme para poder apreciar con detalle tan minucioso
trabajo, al pensar en ello me estremecía al recordar la narración del Sr. Otto,
¡¡claro!! Estaba escrito en yiddish, estaba escrito por manos judías,
posiblemente con la misma técnica empleada en la falsificación de los billetes
de libras esterlinas, alguien se había molestado en escribir en los espacios
libres de los márgenes de las hojas de una Biblia cristiana, juntos, sentados
en el suelo parecíamos chiquillos entusiasmados con juguetes nuevos, los dos
hablábamos sin parar haciendo todo tipo de conjeturas sobre el mensaje que
podían contener aquellos textos ¿Por qué escribieron en una Biblia? Se nos
ocurría una conjetura simple, quien lo hizo sabía del fin de su vida y quiso
dejar un testimonio escrito para quien lo encontrara en un futuro, le pregunté
a Aurora si conocía toda la vida de sus padres, solo retazos sueltos sin
detalles, por eso necesitaba hablar contigo, mi madre siempre me dijo que
olvidara el pasado.
Mi vuelo saldría al día siguiente
por la tarde, Aurora ya no era la bruja del cuento, me había involucrado en un
hallazgo increíble, tocaba la superficie de las hojas con el corazón afligido
por quien había tenido en sus manos un legado desconocido, sentía la congoja
por el prisionero que tuvo la desgracia de ser judío conocedor de una muerte
segura de manos de asesinos que buscaban el total exterminio de una raza y
encontró la forma de traspasar la seguridad de un campo de exterminio para
escribir con el arte de unas letras de caligrafía casi perfecta. Esa noche
reunidos en la cocina hablamos como si nos conociéramos de toda la vida, me
sentía pletórico en conectar con alguien que poseía la bondad de sus padres y
una inteligencia cultivada por años de estudio y experiencias en muchos países
del mundo, por supuesto también tenía una buena dosis de mala leche pero
reconozco que incluso yo no sabría cómo reaccionar ante los últimos
acontecimientos, quizás el texto no tuviera nada de especial, podía tratarse incluso
de una larga lista de la compra producto de los desvaríos por el hambre en
prisión, Aurora me mira muy seria con gesto de disgusto, perdón no quería hacer
una broma de algo tan trágico admití, una gran carcajada por parte de ella y
señalándome con el dedo me decía, eres un poco hijo puta ¿no? Ahora era yo el
sorprendido, me reí por el desparpajo para contraatacar de esta mujer tan
especial.
Fue una de las pocas ocasiones en
las que no tenía ganas de dormir, pusimos un gran mantel de hilo sobre la mesa
de la cocina, Aurora trajo lámparas con las que centró la iluminación sobre la
Biblia de su padre ¿crees que mi padre sabía de su existencia? Me preguntó, en
silencio medité un instante para responderle que posiblemente si lo sabía,
aventuro que se trata de algún tipo de acuerdo con algún prisionero con el que
entabló amistad a escondidas de sus superiores, realmente tu padre era una
persona que actuaba según su conciencia y bajo los dictámenes de su corazón
¿Quién sabe Aurora? Ya eso no importa, a veces perdía el hilo de la
conversación entre las lagunas de su mente por la enfermedad que padecía, lo
importante es descubrir qué significado tiene todo este misterio, Aurora
mientras tanto sacó de un cajón unos guantes blancos con los que el personal de
servicio realizaban su trabajo en la casa, con increíble mimo depositó bajo la
luz La Biblia para observarla con el éxtasis de un descubrimiento solo para
nuestros ojos asombrados.
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